El matrimonio gay es legal en California, pero lograr fecha para casarse se ha vuelto complicado. El Estado decidirá el 4 de noviembre si sigue permitiendo estas uniones y, ante el avance del no en los sondeos, muchas parejas están adelantando sus planes de boda.
Los californianos votarán, el mismo día en el que elegirán nuevo presidente de EE UU, una propuesta conocida como «Proposición 8», que pide modificar la Constitución del Estado para definir el matrimonio sólo como la unión entre un hombre y una mujer. De salir adelante, esto supondría derogar la decisión del Tribunal Superior de Justicia de California del pasado mayo que legalizó las uniones homosexuales. Desde entonces, unas 11.000 parejas del mismo sexo han contraído matrimonio en el Estado americano.
Pese a la tradicional tolerancia de este Estado y los resultados de los primeros sondeos, una encuesta de la cadena CBS realizada la semana pasada da a los partidarios de la «Proposición 8» una ventaja de cinco puntos frente a sus opositores.
En San Francisco, el Ayuntamiento ha doblado el número de ceremonias que pueden celebrarse diariamente y aumentado su personal para atender la elevada demanda. Las autoridades ofician tres bodas cada media hora. El alcalde de la ciudad, Gavin Newsom, es uno de los más firmes defensores de las bodas gays, pero, sin quererlo, se ha convertido en una inesperada ayuda para la campaña a favor de la «Proposición 8».
El regidor casó recientemente a dos ciudadanas, una de ellas una profesora de Primaria cuyo colegio decidió organizar ese día una excursión escolar al Ayuntamiento para que los alumnos pudieran felicitar a la novia. La campaña a favor de la «Proposición 8» ha sacado partido de la noticia al afirmar que demuestra que si el matrimonio gay continúa siendo legal, acabará enseñándose en las escuelas como la cosa más normal.