El trasatlántico ´Constellation´ atracó ayer en el puerto coruñés y permitió que sus más de 1.700 pasajeros homosexuales conociesen los lugares más emblemáticos de A Coruña.
ANA BLANCO. A CORUÑA. La bandera del orgullo gay estuvo ayer más presente que nunca en la ciudad gracias a la llegada del primer crucero homosexual que visita A Coruña. El buque Constellation, que permaneció durante unas horas anclado en el puerto coruñés, contaba entre sus pasajeros con más de 1.700 homosexuales.
La mañana comenzó en las inmediaciones del puerto, donde un grupo compuesto por periodistas y políticos, entre los que se encontraban el primer teniente de alcalde, Henrique Tello; el gerente del Consorcio de Turismo, Moisés Jorge Naranjo; y el presidente de la Diputación, Salvador Fernández Moreda, se preparaba para pasar los controles de seguridad necesarios para entrar en el buque.
"Buenos días", gritaban unos viajeros disfrazados de mujeres nada más entrar en la primera planta del trasatlántico mientras los políticos se dirigían hacia una de las salas para hacer entrega de una placa conmemorativa al capitán del buque. "En estos cruceros, las actividades son prácticamente las mismas que en cualquier otro", explicaba el jefe de la tripulación, que parecía sorprenderse de que el viaje pudiese resultar peculiar.
El recorrido por el barco comenzó en la planta 11, donde está la lujosa discoteca del trasatlántico americano, con capacidad para cerca de 500 personas. En ella, han actuado "los mejores dj´s del mundo" explicaba uno de los miembros de la tripulación.
"Nos gustan los chicos de Orlando" decía el letrero de uno de los camarotes. Las puertas de las habitaciones se convirtieron, de este modo, en uno de los lugares más llamativos de todo el barco gracias a los dibujos o frases que permanecían pegadas en cada una de las entradas a los cuartos.
La cabina de mandos fue la siguiente parada para conocer a fondo el trasatlántico. La tripulación explicó a los políticos y periodistas el funcionamiento del buque de pasajeros, que contaba con un timón manual a pesar de que normalmente funciona de manera automática. "Con todas estas máquinas te puedes montar un lío tremendo", bromeaba uno de los miembros de la expedición en una cabina en la que reinaba el lema: "la vigilancia eterna es el precio de la seguridad".
En la cafetería principal del trasatlántico, los viajeros se preparaban para recargar las pilas con un variado desayuno. Gente de todas las edades se reunía en torno a las mesas del bar, en un clima de total tranquilidad. Grupos de más de cuatro personas, parejas o solteros aprovechaban también para disfrutar de las maravillosas vistas de la ciudad que ofrecía el lujoso barco. "A Coruña es una ciudad muy bonita", comentó el capitán de la tripulación durante la entrega de las placas honoríficas.
Los viajeros también pueden disfrutar, durante los diez días del crucero, de un gimnasio equipado con todo tipo de máquinas, una zona de piscinas y jacuzzis, un casino destinado a los amantes del juego y las apuestas y un teatro con capacidad para cerca de 1.000 personas, en el que han actuado compañías procedentes de todas las partes del mundo.
El buque Constellation, cuyo agente en esta travesía es MacAdrews, pertenece a Celebrity Cruises. El trasatlántico partió de Londres, el día 30 de agosto, y finalizará su viaje en Barcelona, el 9 de septiembre. Además de visitar la ciudad, los pasajeros podrán conocer Portugal, relajarse en las playas gaditanas o disfrutar de la intensa vida nocturna ibicenca. Una vez que regresen a Barcelona, el buque Constellation acogerá a nuevos pasajeros e iniciará una nueva travesía hacia el Caribe.
Entre los más de 1.700 pasajeros hay personas de todas las nacionalidades. Americanos, británicos, franceses y españoles disfrutarán durante 10 días de todo tipo de lujos y comodidades por unos precios que oscilan entre los 8.952 euros de una suite en el ático y los 1.170 de un camarote interior. "Hay gente que ha hecho ya el mismo viaje varias veces", manifestó Claudio, uno de los miembros de la tripulación.
Durante toda la mañana de ayer y hasta las 4 y media de la tarde, hora en la que volvió a zarpar el trasatlántico, el centro de la ciudad se convirtió en un centro de turismo gay en el que los viajeros aprovecharon para conocer A Coruña y hacer compras.
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