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Una pareja denuncia que las expulsaron de una sidrería por lesbianas

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    Una pareja denuncia que las expulsaron de una sidrería por lesbianas

    Escrito el 07-07-2008 por dosmanzanas



    EL PAÍS Encontrar sitio en la sidrería Casa Parrondo, a dos pasos de la plaza de Callao, es harto difícil. El lugar está siempre a rebosar y su dueño, Nicolás Parrondo, es conocido en Madrid, además de por sus tapas, por su bigote quijotesco. Por eso A. V., de 28 años, y B. C., de 35 años, eligieron la sidrería la noche del pasado martes para tomar unas cañas. Despedían a Ann, una amiga de ambas, que se iba a Suiza. Pero en menos de media hora, y al grito de “¡basura, este bar no es para vosotras!”, el dueño las echó, según aseguran. “Lo único que hicimos fue darnos un beso”, dice A. V. Parrondo las acusa de exhibir un pecho y consumir estupefacientes.

    “Estábamos sentadas la una frente a la otra, pero como me caía sidra cada vez que alguien usaba el escanciador, me senté al lado de Ann”, cuenta A. V., tres días después de lo ocurrido. Fue entonces cuando la mujer suiza, que la tenía cogida por la cintura, la besó en la mejilla, primero, y en la boca, después. “Pero fue sólo un pico”, repite, junto a B. C., su novia. Ann había sido pareja de A. V.
    Entonces, siempre según su versión, se acercó un camarero y les pidió que dejaran de besarse, que el local era “para consumir y no para esas cosas”. Ellas decidieron acabarse las cañas y la botella de sidra e irse, pero antes pidieron la hoja de reclamaciones. “Nos dijeron que no tenían y, ante mi insistencia, nos quitaron las consumiciones, que aún no habíamos acabado, y nos dijeron que nos fuéramos de malos modos”, asegura A. V. Como seguía reclamando la hoja, salió el dueño y supuestamente empezó a chillar: “¡Fuera de aquí! ¡Guarras! ¡Basura! ¡Éste no es un sitio para vosotras!”.
    B. C., que llegó al local donde la esperaban A. V. y Ann con la pelea ya montada, entró y pidió de nuevo la hoja de reclamaciones, que también le negaron. “Le dije que estaba en mi derecho y que no me iba a mover hasta que me la dieran”. A lo que Parrondo, según B. C., respondió: “Tú no tienes ningún derecho, puta. Lo que te pasa es que no has conocido nunca una buena polla”. Parrondo lo niega.
    Dos testigos, que no tienen ninguna relación ni con las mujeres, ni con el dueño de la sidrería, aseguran que el hombre las echó del bar por lesbianas. “Fue indignante. Les dijo todo tipo de insultos, que eran unas asquerosas, unas guarras, que eran basura…”, explica Esther Casado, de 35 años. Cuenta que Parrondo “se encaró con ellas, con la cara pegada a una de las chicas” y les chilló. “Fue una situación muy desagradable e injusta, por eso me fui”, añade.
    Jesús Aranda, granadino de 30 años, había ido con unos familiares a tomar algo. “Un camarero les retiró la bebida de la mesa y les dijo que el local no era para ellas”, recuerda. Según él, una de las chicas insultó también a Parrondo: “Le llamó facha y me parece totalmente justificado, porque el hombre hasta les levantó la mano”. Asegura que en ningún momento de la discusión Parrondo hizo referencia a que estuvieran consumiendo drogas en el local.
    Pero el dueño de la sidrería se acoge a otra versión. “Se sacaron una teta. Por eso les pedí que se fueran”, repite. “[La sidrería] es mi casa y se tienen que respetar unas normas”, insiste. Para demostrar que no fue una cuestión de discriminación sexual esgrime que “una vez” tuvo un “camarero maricón, que era muy bueno”. Y vuelve sobre la idea del pecho descubierto.
    Pero cuando se le sugiere que es poco improbable que alguien hiciera eso en un local público, atestado, añade otro motivo: “¡Fumaban porros!”. Al conocer que A. V. y B. C. fuman tabaco sin filtro, que se tiene que liar, pero que no contiene drogas, añade otro más: “¡Y cocaína! ¡Me dejaron la tapa del lavabo llena de droga!”. Las dos mujeres niegan rotundamente que consuman drogas.
    A B. C. y A. V., pareja desde hace tres años, jamás les había pasado nada parecido. Habían ido antes a Casa Parrondo y no habían tenido problemas. El martes tuvieron que llamar a la Policía Municipal para conseguir la hoja de reclamaciones. Según una portavoz del local, ése es el proceder normal: “No las damos hasta que viene la policía porque si no, imagínate, pondrían reclamaciones por cualquier cosa”. La Ley de Espectáculos Públicos de 1997 obliga a los locales a entregar la hoja de reclamaciones en el momento en que se pida. Y sin recurrir a la Policía Municipal.
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