TRIBUNA: KEVIN FROST Y TONI POVEDA
Esta semana, líderes gubernamentales y de ONG de todo el mundo se reunirán al amparo de las Naciones Unidas para examinar los progresos en la lucha mundial contra el VIH/sida. En lo que respecta a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (conocidos como HSH), en América Latina, el panorama es desalentador. El sexo sin protección entre hombres sigue siendo un factor importante en la transmisión del VIH en América Latina, donde representa aproximadamente una cuarta parte de todas las infecciones de la región. Los índices de prevalencia del VIH entre los HSH llegan hasta el 20% en algunos países y, de acuerdo con un reciente estudio, en América Latina, los HSH tienen un promedio de 32 posibilidades más de infección por el virus del sida que la población general. Y en el caso de México, tienen 109 más posibilidades de infección, dato sin duda alarmante.
La Organización Panamericana de la Salud estima que entre un 6% y un 20% de los hombres latinoamericanos tienen relaciones sexuales con otros hombres en algún momento de su vida. Esto puede incluir a transexuales, varones casados y hombres que se consideran heterosexuales aunque tengan relaciones con hombres. Recientes estudios muestran que el 30% de los HSH de Ecuador y el 28,5% de los de Perú están casados o han tenido relaciones sexuales con una mujer recientemente.
La discriminación y la violencia contra los homosexuales están alimentando la crisis del VIH/sida entre los HSH. De acuerdo con la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays, cada dos días es asesinado un hombre gay en América Latina a causa de su sexualidad. Junto con el Caribe, América Latina presenta el mayor índice de delitos homofóbicos del mundo. Este dato no es sólo trágico de por sí, sino que, además, la propagación del estigma y la discriminación impide que los HSH soliciten o reciban servicios esenciales de prevención o atención del sida. Sin apoyo y mensajes de salud apropiados, muchos de estos hombres adoptan sin saberlo una conducta que incrementa sus riesgos de infección.
La mayor parte de fondos y políticas internacionales sobre el sida han ignorado esta crisis. Dado que los países donantes y el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria financian las iniciativas principalmente a través de los Gobiernos nacionales, los programas de los HSH rara vez reciben los recursos adecuados, ya que su financiación resulta políticamente controvertida.
La comunidad internacional debe exigir que países de todo el mundo establezcan la lucha contra el sida entre los hombres que tienen relaciones con hombres como una prioridad, incluyéndolos en los planes nacionales de lucha contra el sida y creando entornos jurídicos y políticos que respeten los derechos de los HSH y otras minorías sexuales.
En todas las culturas, quienes más pueden marcar la diferencia son los más cercanos a la crisis. Recientemente, se han creado o reforzado organizaciones destinadas a satisfacer las necesidades de los HSH en países donde la discriminación es el pan de cada día y la epidemia ha alcanzado cotas de crisis. Además, varios países de América Latina, entre ellos Argentina, Colombia, Brasil, Nicaragua, México y Perú, han lanzado campañas públicas destinadas a reducir la homofobia y fomentar la salud sexual y la prevención del sida. Deberíamos apoyar con firmeza estas iniciativas públicas y los grupos de base que resultan clave en su aplicación. Hay mucho en juego como para dar cabida a los prejuicios.
Kevin Frost es presidente de la Fundación Estadounidense para la Investigación sobre el sida (Amfar). Toni Poveda es presidente de la Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).