Este bello adoquín surgió de un concurso público lanzado por el Ayuntamiento de Barcelona en 1906.
El suelo de Barcelona pasa desapercibido, pero esconde muchas historias. Una de ellas, la del 'panot': la baldosa que fue diseñada en un concurso y que ya ha dado la vuelta al mundo.
más famosas ciudades del mundo, seguramente las combinaciones quedarían así: París-luces, Buenos Aires-quilombo, Berlín-memoria, Nueva York-películas, Viena-música o Venecia-góndolas. Por su parte, entre los ingredientes que definen a Barcelona se encuentran y convergen algunos tan distintos entre sí como la fiesta, la playa, Gaudí y el arte. Sin embargo, no siempre ha sido así
Si tuviésemos que describir con una sola palabra algunas de las más famosas ciudades del mundo, seguramente las combinaciones quedarían así: París-luces, Buenos Aires-quilombo, Berlín-memoria, Nueva York-películas, Viena-música o Venecia-góndolas. Por su parte, entre los ingredientes que definen a Barcelona se encuentran y convergen algunos tan distintos entre sí como la fiesta, la playa, Gaudí y el arte. Sin embargo, no siempre ha sido así.
A principios de siglo, varias viñetas en revistas satíricas, como L’Esquella de la Torratxa, se encargaron de expandir la mala fama que tenía la ciudad a causa de las carencias de su urbanismo: las calles no estaban pavimentadas y esto, sumado a la humedad por su cercanía al mar, le otorgó el nombre despectivo de 'can Fanga' (en castellano, 'casa del barro'), por la cantidad de barro que se acumulaba en las aceras.
Ante tal situación, los encargados de llevar a cabo el plan Cerdà, que se había puesto en marcha en 1860 y consistía en aplicar el plano hipodámico a la ciudad, escucharon las necesidades de la población y decidieron homogeneizar el pavimento de las aceras a partir de un material barato y de producción local: el cemento hidráulico.
El concurso de adoquines
Muchos atribuyen la autoría de la Flor de Barcelona -también conocida como 'panot'- al arquitecto Josep Puig i Cadafalch (1867-1956), uno de los protagonistas de la manzana de la discordia del elegante Paseo de Gracia. Pero lo cierto es que este bello adoquín surgió de un concurso público lanzado por el Ayuntamiento de Barcelona en 1906
Con la voluntad de embaldosar las aceras de toda la ciudad, objetivo para el cual necesitarían alrededor de 10.000 losetas, se planteó a las empresas la iniciativa creativa de proponer varios diseños, entre los cuales estaban la simbólica flor, una calavera, círculos concéntricos, cuatro pastillas y cuatro pastillas con cuatro círculos.
El concurso lo ganó la Casa Escofet, una empresa familiar dedicada a la fabricación de pavimentos desde 1886, con el diseño del 'panot', que fue elegido como el adoquín predominante en las calles del Ensanche. Los otros, sin embargo, también fueron utilizados y a día de hoy pueden verse en varias zonas de la ciudad. De hecho, en algún número de la calle Aribau pueden encontrarse los cuatro diseños, uno al lado del otro
. DEL 'PANOT' AL ADOQUÍN MODERNISTA: así es el SUELO BARCELONÉS
Entre toda la propuesta turística que hay en Barcelona, el suelo de la ciudad pasa inadvertido y no muchos conocen su historia. Poco después del concurso en el que el 'panot' se convirtió en el principal adoquín de la ciudad, la Casa Escofet emprendió nuevos proyectos relacionados con su especialidad: el pavimento. Fueron ellos mismos quienes diseñaron también la alfombra de adoquines que viste el Paseo de Gracia, tomando como ejemplo el suelo de la joya modernista de este bulevar: el de la Casa Batlló.
Asimismo, en 1968 la misma empresa fue pionera en España en el uso del hormigón vibroprensado, que utilizó en el simbólico mosaico diseñado por Adolfo Florensa que decora la principal arteria de Barcelona: la Rambla, un lugar que ha sido espectador de las más grandes celebraciones y de las peores tragedias.
Y, aunque no con tanta historia, el último adoquín incorporado es el de la flor de plátano -el árbol más utilizado en el medio urbano en el sur de Europa- en la Avenida Diagonal, que data del 2015.
Un símbolo de la ciudad
Pisado por más de 28 millones de visitantes anuales y alrededor de 1,6 millones de locales, el simbólico 'panot' de Barcelona y sus compañeros -las cuatro pastillas, las ondas de la Rambla, el adoquín modernista y la flor de plátano- han sido testigos de numerosos hechos históricos ocurridos en la ciudad.
Ahora, tras haber vivido más de 100 años de acontecimientos, la Flor de Barcelona no solo forma parte de la identidad de la capital catalana, sino que también ha llegado a lugares del mundo nunca imaginados. Transformada en llavero o en posavasos, los turistas rebuscan en las tiendas de souvenirs una copia del 'panot' para llevar a sus respectivas casas. Y mientras, aunque esta práctica sea cuestionable, se dice que los locales rastrean las zonas de obra en la ciudad para poder hacerse con ejemplares verdaderos.
Fuente: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/adoquin-barcelona-panot-historia_20076?utm_source=pocket-newtab-es-es