Por Jose A. Pérez Ledo
De un tiempo a esta parte, la relajación de costumbres en la sociedad está provocando una explosión de homosexualidad en todos los ámbitos, estratos y oficios. Incluso el fútbol profesional, último reducto donde uno podía admirar a hombres en pantalón corto sin miedo a malentendidos, ha sucumbido recientemente a la perfidia. Como padre, esta circunstancia le resultará sin duda preocupante. No es para menos. Por suerte, existen mecanismos para evitar que su descendencia sucumba a estos perversos vicios mientras usted está en el trabajo.
Para empezar, es importante que obvie la existencia de la homosexualidad como concepto. No la mencione jamás, ni siquiera para hacer un chiste. Y, por supuesto, no permita que ninguno de sus practicantes se aproxime a su núcleo familiar. Si hace falta, cambie de peluquero.
Es imprescindible que maneje la agenda setting de su hogar con puño de hierro. Impida que el Gobierno, Disney o los medios de comunicación dominen la conversación de su familia. No mencione tampoco a filósofos clásicos, tales como Platón o Sócrates, ya que existen sospechas de relaciones desviadas con sus discípulos.
Seleccione cuidadosamente el entretenimiento que consume su retoño. Tenga en cuenta que la práctica totalidad de los productos llamados culturales están realizados por personas de sexualidad tóxica. Estos sujetos vuelcan en sus obras virus que infectan la mente de nuestros pequeños y pueden acabar eclosionando una confusa noche de verano en el campamento de los jesuitas. Busque referentes de heterosexualidad demostrada como Tiger Woods o Plácido Domingo, y prohíba cualquier producto cultural posterior a 1950. Le aseguramos que su hijo no se volverá gay viendo La diligencia de John Ford. No podemos decir lo mismo de las series de Netflix.
Si su retoño es varón, aléjelo de actividades mujeriles como el baile, la cocina o las manualidades, especialmente la papiroflexia. El juego simbólico es importante en la infancia, pero también puede ser una excusa para la corrupción moral. No deje que su hijo juegue a los médicos con otros niños varones y anímele a hacerlo con sus amiguitas. Si ya tiene edad para ir al gimnasio, asegúrese de que se limita a las pesas y no permita que se apunte a cursillos de calistenia que fácilmente pueden devenir en zumba y similares. Desconfíe de cualquier actividad física que implique movimiento de cadera y/o contacto visual entre dos hombres.
Si su retoña es hembra, apártela de esa fábrica de desviadas que es el fútbol “femenino” (nótense las comillas). Pida a su mujer que le compre vestidos y recuerde que los lazos nunca pasan de moda, en particular los rosa. Por último, le recomendamos que no sea usted gay porque, al final, los niños copian lo que ven en casa.
Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/evitar-salga-hijo-gay-vox_129_9972082.html