La larga marcha de la derecha española
Por Luis Garrido Muro, sábado, 03 de marzo de 2001
Historia de las derechas españolas es un libro que necesitaba la historiografía española: ambicioso, crítico y erudito. El autor desmenuza todas las corrientes en que se ha dividido la derecha española en los dos últimos siglos y da un repaso a las principales ideas de sus líderes. Será una obra de referencia durante muchos años.
El pensamiento conservador no ha sido uniforme a lo largo de su dilatada y casi hegemónica presencia en la sociedad española. Hubo una derecha liberal, otra autoritaria, una regeneracionista más tarde, también una revolucionaria, otra burocrática y radical y por fin una democrática. No son excluyentes, muchas coincidieron en el tiempo. González Cuevas agrupa las distintas tradiciones en dos grandes bloques: la corriente conservadora-liberal y la teológica-política. O para entendernos, Jovellanos, Cánovas y Maura frente a Donoso, Menéndez Pelayo y Gil Robles. Ambas tendencias tienen en común la abrumadora presencia de lo religioso como elemento aglutinante. Asombra comprobar hasta qué extremo la Iglesia católica ha alimentado el pensamiento conservador durante casi dos siglos. Y no cualquier Iglesia, sino aquella que añoraba el célebre Siglo de Oro, negaba los logros de la Revolución Francesa y aspiraba a una nueva unión del trono y del altar. La Iglesia más cerril y opuesta a los valores de la modernidad. Esta visión del mundo pasó íntegra a muy buena parte de la derecha española. El deseo de una vuelta hacia los gloriosos tiempos de la Reconquista y de los Austrias que alimentó el débil y retrospectivo nacionalismo español del siglo XIX bebió en gran medida de esta fuente. El presente parecía no tener nada que ofrecer. Uno de los creadores del horizonte mental del moderantismo isabelino e íntimo amigo de Donoso Cortes, José Zorrilla, confiesa en sus Recuerdos del tiempo viejo que extrajo buena parte de los argumentos de sus dramas buscando en las páginas de la Historia de España del padre Mariana. Una visión orgánica de la sociedad y el paternalismo social son también préstamos del catolicismo a la derecha española.
La derecha construyó a mitad del siglo XIX el modelo de Estado que ha perdurado hasta hace bien poco y fue también responsable de la legislación social que echó las bases del Estado del Bienestar en España. Con todo, parece que hubo más sombras que luces
El siglo XX tampoco conoció una derecha ajena al acervo religioso. España fue consagrada al corazón de Jesús por Alfonso XIII en 1919 y Gil Robles, líder del primer partido en verdad popular que conociera la derecha española (la CEDA), era un tradicionalista que condenaba los valores de la Revolución Francesa. Esta circunstancia explica también la debilidad del fascismo español. Su potencial soporte social prefería las tradicionales organizaciones católicas y los líderes más radicales desconfiaban de un Estado laico y se decantaron por el Portugal confesional de Oliveira Salazar antes que por las aventuras totalitarias de Hitler y Mussolini. Ramiro de Ledesma, Azorín, Eugenio D´ors y Maeztu fueron lo más parecido a una intelectualidad radical y laica que hubo en España. Conocieron en el extranjero a pensadores como Sorel, Stirner, Nietzsche, Spengler, Schmitt y Maurras, quizá el de mayor influencia en nuestro país. Con todo, su ascendiente fue muy escaso. El maurrasiano Álvaro Alcalá Galiano escribía en 1923 respecto del cuerpo conservador que "les basta saber, sin leerlos, que las derechas católicas cuentan con gloriosos campeones literarios como Balmes y Menéndez Pelayo, y que las gentes bien pensadas pueden leer las novelas de Alarcón y Pereda sin caer en el pecado".
¿Por qué tardó tanto la derecha en asumir los principios demoliberales? ¿Fue responsabilidad de una sociedad atrasada en exceso o, por contra, de la cerrazón de sus líderes? Estos y otros interrogantes son los que plantea la lectura del espléndido libro de González Cuevas, uno de los mayores conocedores del pensamiento conservador europeo del siglo
La derecha construyó a mitad del siglo XIX el modelo de Estado que ha perdurado hasta hace bien poco y fue también responsable de la legislación social que echó las bases del Estado del Bienestar en España. Con todo, parece que hubo más sombras que luces. ¿Fue responsable la derecha del tardío asentamiento del sistema democrático en España? La respuesta parece ser afirmativa a la luz de estas páginas. Sólo las derechas de la Restauración y la Transición fueron capaces de articular un proyecto político integrador de todas las fuerzas políticas. El proyecto canovista consiguió la alternancia con los liberales por vez primera en todo siglo y los españoles gozaron de amplias libertades. Por su parte, la derecha de la Transición logró superar su pasado autoritario y asumió al fin las normas de la democracia como base del juego político. Por el camino queda el moderantismo isabelino caracterizado por la permanente exclusión del poder de sus rivales políticos y, sobre todo, la derecha autoritaria de buena parte del siglo XX que saludara con satisfacción las dictaduras de Primo de Rivera y Franco. España no se distingue en esto del resto de países europeos. El periodo de entreguerras contempló la crisis del sistema liberal y el surgimiento de alternativas totalitarias de todo cariz. "Hacia 1936 (...) parecía que ser liberal era ya un anacronismo", escribió López Aranguren. La posibilidad de una derecha democrática fue pronto arrinconada. Miguel Maura fue tachado de "traidor" tras propugnar el bicameralismo con Senado corporativo, la reforma de la propiedad agraria y un concordato con la Santa Sede en la primera asamblea de su partido. Sus reformas se consideraban demasiado avanzadas para las clases conservadores. Giménez Fernández, ministro de Agricultura con Lerroux, fue tachado de "liberal del siglo XIX" y "rojo cristiano" por aspirar a convertir a "toda España en clase media" y declararse un sincero republicano. Solía justificar sus decisiones con encíclicas papales.
Los valores de la modernización económica, política y cultural no arraigaron en España hasta fechas muy recientes. España parecía así estar destinada a la hegemonía de la derecha dado su carácter tradicional, agrario y católico. Pero, ¿por qué tardó tanto la derecha en asumir los principios demoliberales? ¿Fue responsabilidad de una sociedad atrasada en exceso o, por contra, de la cerrazón de sus líderes? Estos y otros interrogantes son los que plantea la lectura del espléndido libro de González Cuevas, uno de los mayores conocedores del pensamiento conservador europeo del siglo XX como ya pusiera de manifiesto en su monografía sobre Acción Española.
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