Fichero preventivo
28/09/2007
La sentencia del Tribunal Supremo que autoriza al Ministerio de Sanidad a crear un nuevo fichero con información específica sobre las personas diagnosticadas de infección por VIH encauza un contencioso que se remonta a finales de 2000, cuando varias organizaciones concernidas denunciaron la iniciativa gubernamental. Los magistrados se amparan en el «resultado ilógico» de una prueba pericial sobre la seguridad del registro para revocar una resolución contraria de la Audiencia Nacional, al tiempo que niegan que la medida contravenga el derecho a la intimidad personal consagrado en la Constitución. Pero aunque el veredicto resuelve este caso al acreditar la confidencialidad de las inscripciones, no despeja un dilema más profundo, que confronta la importancia de conocer con exactitud el alcance del VIH con la comprensible renuencia de quienes creen que persiste la estigmatización del virus.
Aunque la cronificación de una enfermedad en origen mortal y las campañas de sensibilización han normalizado el tratamiento público de la epidemia, aún planean sombras de discriminación que exigen un especial cuidado en la adopción de medidas tan sensibles como este registro; incluso a pesar de que la identidad se preserve bajo iniciales y se garantice la privacidad de su uso con fines estrictamente médicos, como ocurre con los listados implantados ya en varias autonomías. Pero es precisamente el progresivo arropamiento social de quienes padecen sida o pueden desarrollarlo lo que facilita ahora el impulso a nuevas iniciativas que procuren un conocimiento más riguroso de los efectos del virus y sus formas de contagio y propicien, en consecuencia, una mejor prevención. Sus eventuales beneficios repercutirán antes que nadie en los propios afectados, que deberían sopesar si sus recelos no contribuyen en ocasiones a alimentar el carácter pretendidamente maldito de la enfermedad, en vez de superarlo.
El Comercio
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