por Gabriela De Cicco – (AWID)
Los Derechos Humanos y la orientación sexual La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas se reunirá entre el 15 y el 23 de marzo próximos en Ginebra y deberá tratar el proyecto de Resolución presentado el año pasado por Brasil, en el que se expresa una seria preocupación por las violaciones a los derechos humanos basados en la orientación sexual de las personas. Por este motivo “enLACes” consultó a tres activistas latinoamericanas al respecto.
En varios países del mundo las personas de la comunidad LGTBI no tienen existencia lingüística, o no tienen resguardo legales; en muchos países la homofobia más recalcitrante comete crímines: tortura, viola, condena a muerte a personas que aman a personas de su mismo sexo.
Los fundamentalismos religiosos les niegan todo tipo de derecho a la existencia, siendo aún peor la contradicción interna en las personas que siguen siendo creyentes y/o practicantes. Muchos casos han terminado en suicidio.
Dice Valeria Flores, activista lesbiana feminista argentina: «aprendimos a callar, a parecer, o a no parecer, a odiarnos , a invalidar lo que pensábamos, a enterrar lo que sentíamos, a escuchar la sanción de nuestro crimen, o a escuchar sólo silencio». (1)
Y es contra el silencio y la invisibilización que cientos de activistas se movilizan constantemente, y que en especial se movilizarán para que dentro de unos días se vuelva a hacer resonar en el majestuoso recinto ginebrino un tema más que áspero: los derechos de las personas LGTBI son derechos humanos. Para Alejandra Sardá, coordinadora del programa para América Latina y el Caribe de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos de la Comunidad Gay y Lesbiana AC (IGLHRC por sus siglas en inglés), el tratamiento del proyecto, «será, en un sentido restringido, algo histórico, ya que por primera vez, formal y especialmente, la CDH por lo menos se digna a reconocer que la discriminación y la violencia por razones de orientación sexual son temas que le competen discutir, porque al año pasado el debate fue si este era un tema que competía discutir o no».
«El sistema de NU, que siempre va como 40 años atrás de adonde van los movimientos, se entera ahora que este es un tema de Derechos Humanos, así como en el 92 se enteró que las violaciones contra los DD. de las mujeres eran violaciones de DD. HH.».
La activista sostiene que en ese sentido será histórico este tratamiento, pero que comparado con los avances reales que se han producido en muchísimos países, es una vergüenza que aún se esté en un nivel de mera discusión. Sardá se muestra pesimista sobre el resultado final de la reunión y no cree que la Resolución vaya a ser aprobada, teniendo el precedente de lo ocurrido en el 2003.
Sin embargo el que no se haya tratado la resolución directamente, parece abrir algún resquicio de esperanza para algunas organizaciones que impulsan junto a la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA, por sus siglas en inglés) la campaña pro Resolución (2). Insisten en que debe dejar de ser postergado su tratamiento, que debe ser adoptada y que los países miembros comiencen a tomar medidas concretas para comenzar a luchar contra la discriminación basada en la orientación sexual.
Más allá de su pesimismo, Sardá reafirma la necesidad y el compromiso de estar presentes las y los activistas LGBTI en estos espacios de discusión internacional, por que es “importante decirle, por un lado a la derecha cristiana, por otro lado a la Conferencia Islámica, y por otro lado a nuestros propios gobiernos que son muy cobardes en este sentido. Les queremos decir: que no nos la van a sacar fácil, que este tema a nosotras/os nos importa y aunque perdamos vamos a seguir acá».
Charlotte Bunch, fundadora y directora ejecutiva del Centro para el Liderazgo Global de las Mujeres de la Universidad de Rutgers, reconoce cuatro hitos que han permitido que las lesbianas en particular se reunieran en el marco del feminismo internacional para discutir entre ellas y con otras propuestas. Esos hitos fueron: la Conferencia del Año Internacional de la Mujer en México (1975), la Conferencia de Copenhague (1980), la Conferencia de Nairobi (1985), y la de Beijing (1995). «Las lesbianas estuvieron presentes en las reuniones preparatorias para la conferencia de Beijing, tanto regionales como internacionales, para intervenir a favor de la inclusión del tema de la ‘orientación sexual’. (…) Ninguna de las referencias a la orientación sexual sobrevivió en el documento final, pero recibieron el apoyo de 30 países. (…) La virulencia de la homofobia de la oposición al tema y la manera como se utilizó en contra de los derechos de las mujeres en general educó a algunas/os delegada/os sobre la importancia de esta discusión». (3)
Para Diana Mines, activista y fotógrafa uruguaya que milita en ‘Diversidad’ (LGTTIB) y LGTTB/Amnistía Internacional Uruguay, «las especulaciones sobre lo que sucederá en la votación y la magnitud de la presión que están ejerciendo los intereses reaccionarios, dan la pauta de la importancia que el derecho a la diversidad sexual ha cobrado en estos tiempos, y no es casual que uno de sus reclamos -el derecho al matrimonio- también se haya instalado en la campaña presidencial norteamericana. En los grupos organizados, creemos que nuestras prioridades son las correctas, pero el sistema establecido da sus propias señales de qué cambios le duelen más, y hay que escucharlas».
Mines señala que la resolución brasileña “reviste importancia en sí misma, independientemente del resultado de la votación, porque proviene de un país no hegemónico en el concierto político mundial -aunque apunta a convertirse en un líder emergente- y de un gobierno progresista. Esto último me parece fundamental, porque la izquierda clásica -oh, contradicción!- nunca rompió con el modelo patriarcal, e incluso acalló violentamente las pocas voces que intentaron cuestionarlo desde la teoría».
De esta manera, continúa la activista, «el heterosexismo está probando su transversalidad al poner en evidencia las contradicciones de los esquemas ideológicos tradicionales. Muchos países africanos y asiáticos se sienten tironeados entre su rechazo al imperialismo colonialista occidental y la adhesión a cánones de poder propios que los acercan a él. A la hora de levantar la mano en la Comisión de Derechos Humanos, los fundamentalismos de uno y otro continente han tenido que reconocer su parentesco. Como ya lo hicieron antes, en Beijing y en Durban, por otra parte.
No es que dentro del movimiento LGTTIB(Q, etc.) estemos libres de contradicciones, ni dentro del feminismo! Pero éstas son las oportunidades para ponerlas sobre la mesa».
Marianah Pessah, también activista y fotógrafa que reside en Porto Alegre, B rasil, sostiene que «es muy precipitado arriesgar si la Resolución Brasileña va a ser o no aprobada», pero de serlo, ayudará mucho a los países de Africa y Asia donde las personas de la comunidad LGBT, viven obligatoriamente dentro del clóset.
Hay muchos países en los que la homosexualidad está penalizada por la ley de sodomía. Y esta penalización, absurdamente, alcanza también a las mujeres.
Pessah recuerda las palabras de Dorothy Aken’Ova : ‘en Nigeria heredamos una ley de nuestros amos coloniales que data de los años cuarenta en contra de la sodomía. Las feministas en Nigeria no entienden esta ley como una ley en contra de la homosexualidad, sino como una ley en contra del sexo anal. Esto implica que si las parejas homosexuales no tienen sexo anal, sino sólo sexo oral, no podrán ser castigadas. Pero lo son’. (4)
La activista de Mulheres Rebeldes y la Liga Brasilera de Lésbicas continúa: «A partir de esa aprobación se va a poder exigir a los gobiernos que respeten las identidades sexuales y de género, porque sí son Derechos Humanos; y en el momento de generar leyes a favor de las personas LGBT, se va a tener un referente muy importante como una Resolución de las Naciones Unidas, y eso lógicamente que va a tener un peso importante en tantos países que hoy dicen que la homosexualidad no existe o no es un problema para ellos».
Según ella el «proceso de esta Resolución fue muy interesante para evaluar cómo están en el mundo los derechos de las personas LGBT. Por ejemplo, Brasil es un caso muy especial, porque paradójicamente es el país proponente de la Resolución y paralelamente, es el campeón en homicidios de gays y travestis (las lesbianas en éste sentido “sufren” de discriminación positiva y los asesinatos están en torno del 4% de las muertes de personas LGBT).
Diana Mines cree que «para quienes tenemos una identidad o una orientación sexual diferente al hegemónico, una resolución favorable en esta votación significará haber vencido una resistencia mayor ante nuestro reconocimiento y respeto como personas. Pero para los varones y transexuales de este grupo, será importante que tengan presente que buena parte del desrespeto y el desconocimiento que sufren se debe al valor-mujer que el sistema asigna a sus personas; o sea, ni tienen valor ni son personas.»
NOTAS
1) "El silencio", texto inédito que circuló por la lista para lesbianas feministas Safo Piensa, 10 de diciembre de 2003.
2) http://www.brazilianresolution.com
3) Bunch, Charlotte e Hinojosa, Claudia: „La travesía de las mujeres lesbianas por el
feminismo internacional‰ (Lesbians travel the roads of feminism globally), ed. Universidad de Rutgers y CWGL. Se pueden pedir copias a: cwgl@igc.org
4) Organización Para la salud de las Mujeres en Nigeria, en Orientación sexual en la lucha de las mujeres. Gloria Careaga-Pérez (editora)
© 2004 Gabriela De Cicco.