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MUNDO
Un debate para todas las opciones sexuales
Los aspirantes demócratas a la Casa Blanca participan en un pionero programa de televisión sobre homosexualidad, pero eluden respaldar el matrimonio 'gay'
PEDRO RODRÍGUEZ/CORRESPONSAL. WASHINGTON
DE BUEN HUMOR. Hillary Clinton. / AFP
En un guiño sin precedentes para asegurarse el proclive voto de la comunidad gay en Estados Unidos, el plantel más destacado de los aspirantes a la Casa Blanca del Partido Demócrata se congregó durante la noche del jueves en Los Angeles para participar en un primer y televisado debate presidencial dedicado específicamente a cuestiones de interés para lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales.
El evento de dos horas -patrocinado por Logo (canal televisión de pago concentrado en audiencias no heterosexuales) y la Campaña de Derechos Humanos (el principal grupo de lobby de la comunidad gay) - ha sido un fascinante ejercicio de malabarismo político. Ya que los precandidatos demócratas en sus respectivos turnos han realizado un esfuerzo sustancial por conectar con estos votantes consistentes y organizados que suponen un estimado 5% del electorado. Pero sin llegar en ningún momento a darles la razón en sus exigencias matrimoniales para parejas del mismo sexo.
Durante el interrogatorio bastante intenso, los principales candidatos demócratas -conocedores del precio a pagar por posiciones extremas en las elecciones generales- se han mantenido firmes en su oposición a redefinir el concepto tradicional del matrimonio. Aunque Hillary Clinton, Barack Obama, John Edwards y Bill Richardson sí se han declarado partidarios de reconocer derechos matrimoniales a las parejas del mismo sexo a través de la fórmula de uniones civiles con posibilidad incluso de adoptar hijos.
Los candidatos demócratas también se han declarado en bloque contrarios a la política en vigor desde la Administración Clinton que permite a los gays servir en las Fuerzas Armadas siempre que no trasciendan sus preferencias sexuales. Según este consenso, las regulaciones conocidas como Don't ask, don't tell (No preguntar, no decir) son un ejercicio de injusta hipocresía. Todos también estarían a favor de aumentar la carga penal contra «delitos de odio» motivados por la orientación sexual de sus víctimas.
Cantante lesbiana
Uno de los momentos más comentados de la velada fueron los reproches de Melissa Etheridge, la icónica cantante lesbiana, contra Hillary Clinton. La artista planteó a la senadora por qué merece recibir la confianza de la comunidad gay tras la experiencia de haber sido utilizados por Bill Clinton para después ser ignorados a través de promesas incumplidas. «Obviamente, Melissa, yo no lo veo las cosas tal y como tú las describes pero respeto tus sentimientos», respondió Hillary para pasar a recordar que los «esfuerzos honestos» de su marido fueron torpedeados por la revolución conservadora de Newt Gingrich controladora del Congreso.
Con diferencia, el peor momento de la velada fue protagonizado por Bill Richardson, el gobernador de Nuevo México con aspiraciones presidenciales. Quizá demostrando una forma de pensar arraigada en la cultura hispana, este hijo de madre mexicana y padre estadounidense contestó a la clásica pregunta de si uno nace 'gay' o se hace con la respuesta de que «es una opción». Ante las presiones de los molestos moderadores, el candidato demócrata se intentó defender argumentando que «no soy un científico, no veo esto como una cuestión de ciencia o definición ya que veo a los homosexuales y lesbianas como personas por una cuestión de decencia humana».
A la velocidad del rayo, la campaña de Richardson emitió un comunicado momentos después del debate afirmando que el gobernador no había entendido bien la pregunta formulada y que, por supuesto, la condición gay no es una opción personal.
Un debate para todas las opciones sexuales
Los aspirantes demócratas a la Casa Blanca participan en un pionero programa de televisión sobre homosexualidad, pero eluden respaldar el matrimonio 'gay'
PEDRO RODRÍGUEZ/CORRESPONSAL. WASHINGTON
DE BUEN HUMOR. Hillary Clinton. / AFPPublicidad
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En un guiño sin precedentes para asegurarse el proclive voto de la comunidad gay en Estados Unidos, el plantel más destacado de los aspirantes a la Casa Blanca del Partido Demócrata se congregó durante la noche del jueves en Los Angeles para participar en un primer y televisado debate presidencial dedicado específicamente a cuestiones de interés para lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales.
El evento de dos horas -patrocinado por Logo (canal televisión de pago concentrado en audiencias no heterosexuales) y la Campaña de Derechos Humanos (el principal grupo de lobby de la comunidad gay) - ha sido un fascinante ejercicio de malabarismo político. Ya que los precandidatos demócratas en sus respectivos turnos han realizado un esfuerzo sustancial por conectar con estos votantes consistentes y organizados que suponen un estimado 5% del electorado. Pero sin llegar en ningún momento a darles la razón en sus exigencias matrimoniales para parejas del mismo sexo.
Durante el interrogatorio bastante intenso, los principales candidatos demócratas -conocedores del precio a pagar por posiciones extremas en las elecciones generales- se han mantenido firmes en su oposición a redefinir el concepto tradicional del matrimonio. Aunque Hillary Clinton, Barack Obama, John Edwards y Bill Richardson sí se han declarado partidarios de reconocer derechos matrimoniales a las parejas del mismo sexo a través de la fórmula de uniones civiles con posibilidad incluso de adoptar hijos.
Los candidatos demócratas también se han declarado en bloque contrarios a la política en vigor desde la Administración Clinton que permite a los gays servir en las Fuerzas Armadas siempre que no trasciendan sus preferencias sexuales. Según este consenso, las regulaciones conocidas como Don't ask, don't tell (No preguntar, no decir) son un ejercicio de injusta hipocresía. Todos también estarían a favor de aumentar la carga penal contra «delitos de odio» motivados por la orientación sexual de sus víctimas.
Cantante lesbiana
Uno de los momentos más comentados de la velada fueron los reproches de Melissa Etheridge, la icónica cantante lesbiana, contra Hillary Clinton. La artista planteó a la senadora por qué merece recibir la confianza de la comunidad gay tras la experiencia de haber sido utilizados por Bill Clinton para después ser ignorados a través de promesas incumplidas. «Obviamente, Melissa, yo no lo veo las cosas tal y como tú las describes pero respeto tus sentimientos», respondió Hillary para pasar a recordar que los «esfuerzos honestos» de su marido fueron torpedeados por la revolución conservadora de Newt Gingrich controladora del Congreso.
Con diferencia, el peor momento de la velada fue protagonizado por Bill Richardson, el gobernador de Nuevo México con aspiraciones presidenciales. Quizá demostrando una forma de pensar arraigada en la cultura hispana, este hijo de madre mexicana y padre estadounidense contestó a la clásica pregunta de si uno nace 'gay' o se hace con la respuesta de que «es una opción». Ante las presiones de los molestos moderadores, el candidato demócrata se intentó defender argumentando que «no soy un científico, no veo esto como una cuestión de ciencia o definición ya que veo a los homosexuales y lesbianas como personas por una cuestión de decencia humana».
A la velocidad del rayo, la campaña de Richardson emitió un comunicado momentos después del debate afirmando que el gobernador no había entendido bien la pregunta formulada y que, por supuesto, la condición gay no es una opción personal.
