“El amor entre ejemplares del mismo sexo está comprobado en más de mil 500 especies de animales. Antes la ciencia lo ocultaba por pudor”, explicó Petter Bockman en la presentación de fotos, modelos, animales disecados y textos aplicativos que no dejan
lugar a dudas.
En cuanto a grupos zoológicos, el fenómeno se ha observado entre la mayoría de los vertebrados pero también entre insectos, crustáceos, pulpos y hasta gusanos parásitos.
Y si bien el amor entre ejemplares del mismo sexo se ha documentado bien solamente en medio millar de especies, los expertos están seguros de que su prevalencia es muy superior.
Muchas visitantes se quedan sorprendidos ante la foto del macho de ballena en actitud amorosa con otro o la dama de delfín que estimula con su hocico los órganos sexuales de su compañera.
La idea de que los animales sólo tienen relaciones sexuales con fines reproductivos es un disparate total, apunta Bockman. “No sabemos lo que piensan, pero es evidente que todo esto tiene mucho que ver con el disfrute”.
Y que tengan la misma orientación sexual no necesariamente tiene que ver en primer lugar con sexo.
Los cisnes son fieles a su pareja toda la vida y también más allá de su muerte, relata Bockman, ya sean parejas lesbianas, gays u heterosexuales. “La pareja es la unidad central. Mucho más importante que todo lo demás, incluido el acto sexual”.
Cuando guía a grupos de escolares por la exposición, los niños o adolescentes se quedan perplejos al ver lo extendido que está el amor entre ejemplares del mismo sexo entre los animales.
El 80 por ciento de los chimpancés enanos son bisexuales. Entre los pingüinos, los investigadores detectaron un diez por ciento de parejas homosexuales, que también adoptan pequeños pingüinos huérfanos, independientemente de su sexo.
En los zoológicos, una de cada cinco parejas de pingüinos rey está formada por ejemplares del mismo sexo. Según la información de la muestra, la proporción más alta se da entre unas cotorras en las que la mitad de las parejas son del mismo género.
Al realizar unos test de paternidad en una colonia de gaviotas, los zoólogos descubrieron más bien por casualidad que el 20 por ciento de las parejas tenía el mismo sexo. En el caso de las cacatúas enanas, el porcentaje de homosexuales al parecer es del 40 por ciento.
Con esta exposición “de ninguna manera se quiere moralizar”, aseguró el zoólogo.
La idea fue de un compañero del museo, Geir Soli, cuando escuchó a un sacerdote hablar por la radio sobre que la homosexualidad era algo que iba en contra de la naturaleza. ¿Cómo puede ir en contra de la naturaleza algo que ocurre tantas veces en el reino animal?, se preguntó.
Ya Aristóteles había oído que entre las hienas, los machos tenían relaciones sexuales entre ellos. Y las hembras también. Estas primeras “salidas del closet” de animales homosexuales, sin embargo, se basaban en malos entendidos.
Las hembras de hiena disponen de un clítoris tan grande que antes se creía que era un pene, explicó Bockman ante un ejemplar disecado de este animal. El zoólogo añadió que en esta especie está sobre todo extendida la homosexualidad entre las hembras.
La exposición apenas generó protestas en círculos eclesiásticos conservadores en Oslo. En cambio, llegaron solicitudes de museos extranjeros, y los noruegos quieren llevar la idea también a otros lugares.
Muchos jóvenes visitantes se hacen sobre todo preguntas de tipo técnico: “¿Cómo lo hacen los erizos gays?”. Eso aún no se investigó lo suficiente, responde Bock-man riendo, pero añade que una de sus colegas está investigando a un puercoespín “que siempre está detrás de otro macho”.
De hecho, la investigación formal sobre la sexualidad animal apenas está en pañales, al punto que los científicos apenas empiezan a ponerse de acuerdo en qué comportamientos son sexuales y qué comportamientos no lo son.
Según la exposición, durante un estudio de jirafas en África, uno de los investigadores registró como “interés sexual” todos los casos en que un macho olfateó a una hembra. En cambio, cuando se dio intercurso anal (incluyendo eyaculación) entre dos machos, el evento se registró como una forma de lucha ritual. El 94 por ciento de toda la actividad sexual registrada en un área se dio entre machos.
Históricamente, el Concilio de Nablus, en el año 1120, fue el primero que definió a la homosexualidad humana como un “crimen contra natura”. “En el Renacimiento”, explica la muestra, “estos textos encontraron el modo de llegar hasta las leyes de muchos países, lo que condujo a una extendida represión contra los homosexuales, bajo la base de que (la homosexualidad) es ‘no natural’”.
Estará abierta hasta el 19 de agosto. En internet: http://www. nhm.uio.no/againstnature.
¡No desaparece!
Si la homosexualidad animal fuera un acto antinatural, ya habría desaparecido. Pero en muchas especies parece ser cosa de familia y en términos evolutivos podría incluso ofrecer ventajas.
Entre las aves, las parejas del mismo sexo a menudo obtienen huevos copulando una sola vez y luego criando los polluelos. Así se ha observado entre pingüinos, cisnes, gansos, patos y gaviotas homosexuales.
La mayoría de los animales, y esto incluye a los humanos, copula mucho más de lo que se requiere para la función reproductiva, y la mayoría de las especies en las que se observa homosexualidad son bisexuales.
En muchos casos, los sistemas sociales son complejos, y el sexo es una manera de consolidar alianzas... incluso entre animales del mismo sexo. Hay animales donde toda la especie es bisexual y se usan relaciones homosexuales como boleto de entrada al grupo.