El factor gay llega al Elíseo
Pese a que ni al conservador Nicolas Sarkozy ni a la socialista Ségolène Royal el tema les acomoda demasiado, ambos postulantes se han visto obligados a incorporar a su plataforma la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan casarse y adoptar.
Lluís Uría, La Vanguardia
Francia no será en esta ocasión un país pionero, pero tampoco quiere quedarse a la cola. A tres meses de las elecciones presidenciales de mayo de 2007, los grandes partidos de la izquierda y de la derecha han decidido abordar el debate sobre la conveniencia de abrir a las parejas homosexuales el derecho al matrimonio y a la adopción. El Partido Socialista ha adoptado en su programa electoral la equiparación de derechos entre las parejas heterosexuales y homosexuales. La Unión por un Movimiento Popular (UMP), mucho más cauta, propone ampliar los derechos de los homosexuales pero sin que se note demasiado.
La iniciativa en este terreno del Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha influido decisivamente en el ánimo de los socialistas franceses, reacios a abordar un tema que dividía a sus propios militantes. Dominique Strauss-Kahn fue el primer dirigente socialista en atreverse a plantear, en el 2004, la concesión a las parejas homosexuales del derecho a casarse y a adoptar niños, y en mayo de ese año el PS aprobó un primer documento –un tanto vago– al respecto, con algunas disonancias relevantes.
La candidata Ségolène Royal ha hecho de la defensa de la familia uno de sus ejes políticos y advertía no hace mucho que el reconocimiento del matrimonio gay inducía a una “confusión de referentes” y suponía una “provocación injustificada a las convicciones familiares y religiosas”. Eso decía en el 2004. Hoy, elecciones obligan, se ha visto forzada a matizar su posición, y en una entrevista en junio en el semanario de gays y lesbianas “Têtu” se mostraba abierta a realizar “avances” en este terreno. Sus reticencias, con todo, siguen aflorando a la superficie cuando subraya que prefiere la palabra “unión” a la de “matrimonio” y remarca que “harán falta muchas explicaciones y mucha convicción para avanzar resueltamente sin herir inútilmente”.
El cambio de rumbo de los socialistas franceses ha sido pilotado por el primer secretario del partido –por más señas, pareja de Ségolène Royal–, François Hollande, que no parece tener ninguna de las dudas que atenazan a la madre de sus hijos. La opinión pública está aparentemente alineada con sus tesis, según constató un sondeo realizado el pasado mes de junio por el instituto de opinión BVA para “Le Figaro-LCI”, en el que el 60% de los franceses se mostraba a favor de reconocer a los homosexuales el derecho a casarse y a adoptar, frente al 38% en contra.
Los socialistas proponen dar a las parejas homosexuales el derecho a contraer matrimonio y a adoptar niños como tal pareja. Ahora mismo ya pueden hacerlo a título individual y se calcula que entre 40 mil y 300 mil niños –las estimaciones no son muy fiables– son criados en Francia por homosexuales. La propuesta de los socialistas establece como criterio común para conceder la adopción la “calidad del proyecto familiar” y reconoce a las parejas homosexuales la posibilidad de hacer una delegación de la autoridad paterna de uno de los cónyuges al otro, así como obtener permisos de maternidad. Eso sí, siempre que se den dos condiciones: que los integrantes de la pareja lleven juntos al menos dos años y que tengan más de 28 años.
En el seno de la derecha las cosas están mucho más verdes. Nicolas Sarkozy, candidato presidencial de la gubernamental UMP, parece haberse convencido también de la necesidad de dar una salida a las demandas de gays y lesbianas. El ministro del Interior cenó con la jugadora de tenis Amélie Mauresmo y su compañera, con quienes abordó este asunto, y ha mantenido asimismo contactos con diversas asociaciones de gays y lesbianas, entre ellas Gaylib, un grupo asociado a la propia UMP. Tras estos contactos, Sarkozy decidió encargar al filósofo Luc Ferry, ex ministro de Educación, una célula de reflexión sobre la conveniencia de reformar la ley en este terreno.
El líder conservador no parece dispuesto a ir muy lejos, habida cuenta de que la opinión mayoritaria en su partido es claramente contraria. Sarkozy manifestó en una entrevista con “Le Figaro Magazine” su oposición personal al matrimonio gay y a la adopción por parte de las parejas homosexuales. Pero tras esta contundencia verbal hay evidentes signos de apertura. Así, el presidente de la UMP se mostraba dispuesto, en la misma entrevista, a regular un tipo de “unión alternativa” –más formal que las actuales uniones de hecho– que garantice a las parejas gays los mismos derechos en materia fiscal, patrimonial y de sucesiones que a los matrimonios heterosexuales. La UMP, en fin, trabaja también en una propuesta para que en el caso de las parejas homosexuales en las que uno de los miembros tenga un hijo en adopción pueda hacer una delegación parental.