Uno de los contrayentes dejó de ser sacristán cuando hizo pública su homosexualidad
Manel Castelló, Canals
Una pareja de homosexuales de Canals ha tenido de alterar sus planes de boda tras los insultos y amenazas que desde el domingo están recibiendo anónimamente a través de llamadas de teléfonos y mensajes de SMS. La pareja tenía previsto casarse el próximo sábado en el Ayuntamiento de Canals y ante la situación han decidido realizar una ceremonia privada en un lugar desconocido. Ramón y Pepe no han querido hacer manifestaciones a este rotativo, ni tampoco denunciar el acoso recibido pero, según sus familiares más cercanos, «se encuentran muy afectados» hasta el punto de dejar sus ocupaciones habituales.
Ramón, un canalense de 41 años de edad, y Pepe, de 48, iniciaron su relación hace ahora tres años. Fue poco después cuando decidieron abrir un pub en la población que regentaban juntos. Ya entonces tuvieron que soportar los insultos y rumores que la relación ocasionó entre algunos sectores de la sociedad canalense. Entre otros detalles, Ramón, que siempre se ha mostrado católico practicante, participaba activamente en las actividades de la Iglesia parroquial, era sacristán y colaboraba con el párroco en todos los actos religiosos. A raíz de hacer pública su condición sexual, y ante las presiones recibidas desde el núcleo de esta confesión, tuvo que apartarse de estas actividades altruistas.
Desde entonces, la pareja no ha tenido inconveniente en hacer manifiesta su relación afectiva y hasta las reticencias de ciertos sectores más conservadores y religiosos de Canals parecían haber ido difuminándose. El hecho de regentar una céntrica cafetería les había hecho ganarse la simpatía de todo tipo de vecindad, cuya diversa clientela no ha cesado en mostrarse «estupefacta» ante las amenazas que en vísperas de su boda han recibido. Desde que el Gobierno central aprobó la Ley de matrimonio homosexual, la pareja puso fecha para su enlace y no cesó en anunciarlo mientras preparaban, con todo detalle, ese acto público de unión en matrimonio. Así, pensaron para ese momento contar con sus familiares y amigos y llevar a cabo una ceremonia con todos los elementos que a menudo contiene una boda de dos personas heterosexuales: despedida de soltero, una calesa para los novios, un recital de poemas, música en la ceremonia y un convite con todos sus invitados. Sus planes de boda se vinieron abajo cuando el pasado domingo empezaron a recibir amenazantes llamadas anónimas a sus respectivos móviles. La hermana de uno de los novios aseguró ayer a este rotativo que «hasta han llegado a decirles que si siguen adelante con su objetivo se atengan a las consecuencias», y hasta hemos conocido que alguno de los invitados oficiales ha rechazado la invitación alegando que «quería ir a una boda y no a un circo».
Una amiga de la pareja, Carmen, afirmaba ayer a este rotativo que «deben ser personas muy reprimidas, que no pueden sacar al aire sus propias cosas y por eso atacan», pero al igual que sus familiares coincidía en que existe una mayoría de población que ve el enlace como «una boda normal». No obstante en el pueblo resulta difícil encontrar quien se muestre contrario al primer matrimonio gay de Canals.