Sarkozy impedirá que los homosexuales franceses se casen y puedan adoptar
Ségolène y Jospin, forzados por su electorado a asumir la propuesta en sus programas
Javier Gómez
París- Dice la tradición que las elecciones se vencen siempre conquistando el centro. El ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, se sabe bien la lección, pero ha decidido dejarla para otro momento. En Francia, el sistema a doble vuelta obliga a atornillar en el primer turno al electorado más fiel, para coquetear sólo después con otras orillas políticas. Con la intención de fijar el perfil conservador de su campaña, Sarkozy se declaró ayer abiertamente en contra del matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo.
«Nuestro modelo debe seguir siendo el de la familia heterosexual: los niños necesitan un padre y una madre», aseveró sin ambages el líder del centroderecha galo (UMP). Sarkozy reconoció haber «reflexionado mucho» sobre la cuestión y haber optado, finalmente, por oponerse tanto al matrimonio homosexual como a la adopción.
Para templar su negativa, Sarkozy se dijo «hostil a cualquier discriminación» y prometió reformar la legislación para permitir una «igualdad financiera» entre parejas heterosexuales y del mismo sexo. «Hay que crear un sistema fiscal, patrimonial y de sucesión y herencia que garantice la igualdad entre parejas heterosexuales y homosexuales», declaró en una entrevista que publica «Le Figaro Magazine».
Prohibido por ley
En Francia, el matrimonio entre dos personas del mismo sexo está prohibido por la ley. El país cuenta con un registro de parejas de hecho, heterosexuales u homosexuales, con derechos reconocidos pero sin la consideración de matrimonio, llamado Pacto Civil de Solidaridad (PACS). El debate sobre las uniones gays promete ser uno de los puntos de mayor enfrentamiento entre la UMP (centroderecha) y el Partido Socialista, que ha aprobado en su programa electoral la legalización del matrimonio homosexual con plenos derechos. Sin embargo, los dirigentes de la izquierda distan mucho de compartir postulados sobre la cuestión. Ségolène Royal y Lionel Jospin, máximos favoritos para liderar el Partido Socialista en las elecciones, se han visto obligados a asumir el matrimonio gay por la presión de las bases, pero ambos se han pronunciado en contra durante los últimos años.
La ex ministra afirmó hace un año que «un matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer» y, en declaraciones a LA RAZÓN el pasado mes de mayo, reconoció que no compartía la decisión del Gobierno socialista español de legalizar el matrimonio entre hombres o mujeres del mismo sexo. Hace dos meses, sin embargo, se plegó a la voluntad del partido y afirmó que «conducirá las reformas» incluidas en el programa socialista. El mismo viraje realizado por el ex primer ministro Lionel Jospin. En 2004, éste declaró que «el matrimonio es, por principio y como institución, la unión de un hombre y una mujer». Convicción que quedó en papel mojado el pasado 26 de agosto: «El partido ha asumido una posición. Esta posición es también la mía».
Las elecciones presidenciales francesas tienen lugar dentro de ocho meses, pero el país amanece cada día con una agitación propia de la víspera de los comicios. Mientras los socialistas, con Ségolène Royal dominando las encuestas pero no el partido, se hallan inmersos en una guerra civil que puede dejar herido de muerte a su candidato antes de la batalla final, el centroderecha, que celebra este fin de semana en Marsella su congreso de inicio de curso, se ha unido en torno a Sarkozy como único líder. Hasta el primer ministro, Dominique de Villepin, máximo rival del ministro, reconoció que los conservadores se presentarán «unidos en 2007».
El discurso que pronunciará mañana Sarkozy será la primera piedra de toque de un programa anclado en dos agarres: reformismo liberal en materia económica y conservadurismo en cuestiones sociales. En los últimos días, el presidente de la UMP ha anticipado sus líneas maestras: oposición frontal a la semana laboral de 35 horas, reducción de la fiscalidad, ruptura con el modelo francés, no a la regularización masiva de inmigrantes, mayor control sobre los jueces y oposición al matrimonio gay. A la espera, claro está, de sacar el libreto centrista. Cuando llegue la segunda vuelta.