Joselu Marcos, segundo por la derecha, con varios amigos en el Orgullo del año pasado de Sevilla.
Fuente: https://www.huffingtonpost.es/entry/un-joven-increpado-durante-una-cacerolada-por-llevar-una-bandera-lgtbi-tuve-miedo-por-la-mirada-de-odio-que-tenian_es_5ec2627ec5b69d1e2ed4e5de?fbclid=IwAR1aZ--iqh6I1Nikp5g0jVBRzMrdSNUD8kng0YyQIQ70XV3wTLSrXC6xV nA
Joselu Marcos vivió un desagradable episodio este domingo, Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia.
Joselu Marcos, un joven sevillano que reside en el madrileño barrio de Arganzuela, salió este domingo, Día Internacional contra la LGTBIfobia, tras los aplausos de las 20:00 con su bandera arcoíris y vivió un episodio homófobo muy desagradable.
Este andaluz de 28 años, opositor para bibliotecario, se estaba cambiando para salir a hacer deporte a última hora del día, respetando los horarios que el Gobierno dictaminó al inicio de la desescalada, cuando escuchó los ruidos de las cacerolas que retumbaban en la calle y gritos de libertad.
Su reacción fue, como hace siempre, la de coger del balcón su bandera arcoiris del colectivo LGTBI y bajar al portal. Sin embargo, esta vez fue diferente y, en medio un ambiente crispado como el actual, recibió desde que puso un pie en la calle gritos de “maricón”, “desviado”, tal y como cuenta.
“Fui con una sonrisa y salió todo lo contrario. No había hecho ni dicho nada, me imaginaba un barrio de derechas, pero no tanto. No me he ido a Núñez de Balboa o al barrio de Salamanca con mi bandera a provocar, es que he salido a la puerta de mi casa”, relata molesto Marcos, que describe que su primera reacción fue la de quedarse “asombrado”.
La situación fue a más. El sevillano decidió avanzar unos metros y dar unos saltos, mientras reivindicaba que, este domingo, se celebraba el Día Internacional contra la LGTBIfobia.
“Una mujer empezó a dar cacerolazos al lado mío. Llegaron un par de señores dándole a la sartén a un palmo de mi cara. Yo les empecé a gritar que hoy era el día contra la homofobia y uno de ellos me dijo que era el día para estamparme la sartén en la cara. Hubo un momento que sí tuve miedo, sobre todo, por la mirada de odio que tenían”, explica el joven, que en un visto y no visto se vio increpado y rodeado por varias personas.
Marcos destaca que le llegaron a agarrar de la sudadera para que se fuera, aunque duda de si era para evitar problemas o porque querían que realmente se fuera de ahí. “También me dijeron que tenía que salir con la bandera de España y que la bandera LGTBI no la podía sacar en Venezuela. Ya me dirás qué pinta aquí Venezuela”, añade.
El joven se resigna porque en ningún momento le preguntaron por si estaba a favor o en contra de la cacerolada contra el Gobierno. “Solo salí con una bandera y me empezaron a insultar. Yo pensaba que me podrían llamar rojo o comunista, pero no maricón”, se lamenta.
Viendo como la tensión se incrementaba, la mayoría de los vecinos decidieron mostrar su apoyo al joven y a aplaudirle. Un par también bajaron a ayudarlo. Una de ellas, una chica que portaba una bandera que representa al colectivo bisexual: “A ella no la increparon porque, come me comentó, seguramente no sabían ni de qué era la bandera que llevaba. La mía es más conocida”.
Al cabo de pocos minutos la policía se presentó en el lugar, ya que había sido avisada de que un chico estaba creando un altercado con una bandera.
“Cuando llegaron la cosa estaba más calmada. Escucharon mi versión, la de la vecina y la de un hombre que estaba empeñado en que había salido a provocar. Los agentes, tras calmarnos a todos, le dijeron al señor que si tiene algún problema en que yo salga con una bandera u otra es cosa suya y que no hay ninguna provocación en que yo lleve una bandera”, recuerda Marcos, que confiesa romper a llorar en ese momento por la tensión acumulada.
También le ofrecieron denunciar, pero como los que más le habían increpado ya no estaban no los pudo identificar. Al contar y viralizarse lo ocurrido en Twitter, varias asociaciones se pusieron en contacto con él para que sí prestara esa denuncia y quedara constancia de la agresión homófoba que había sufrido.
Aunque no ocurrió nada más, los hechos sí que sirvieron para que Marcos coja respeto a algunos de sus vecinos: “Te da un poco de miedo ahora, mucha gente me aplaudió pero los que me increparon sí que asustan. Poner la bandera de nuevo en el balcón me da miedo porque sería identificarme. Salir tengo que salir, pero otra vez con la bandera me lo pensaría y solo quizás no lo volvería a hacer”.
Marcos, que solo quería defender que era el día de la LGTBIfobia, ha destapado que todavía queda mucho camino por recorrer.
Dos chicos con la bandera gay porque hoy es el día contra la homofobia y lo increpan los de la cacerolada. #Madrid llega la policia por fin y toda la calle aplaudiéndole ya era hora, esto no se puede consentir pic.twitter.com/cbmj7nY09G