ENTREVISTA A ELISABETH ROUDINESCO
"Freud creía en las ciencias"
Roudinesco dice que Freud se fascinaría con el progreso de la ciencia. También sostiene que el psicoanálisis debe definir las nuevas perversiones sexuales.
HECTOR PAVON.
Elisabeth Roudinesco, psicoanalista, historiadora, autora de la biografía de Lacan y francesa no se toma respiro en esta conversación telefónica para defender al psicoanálisis. Conocedora del panorama argentino psi asegura que aquí hay más lacanianos que en Francia. Acaba de publicar una compilación de textos con el título Pourquoi tant de haine?, una respuesta al Livre noir de la psychanalyse. Este último se publicó en Francia en 2004 y reunía una serie de artículos que cuestionaban y desprestigiaban la técnica freudiana. Roudinesco y otros analistas contestan con este libro. Desde París explica vehemente por qué Freud sigue vigente.
- —¿A 150 años del nacimiento de Freud, el psicoanálisis sobrevive en su transformación...?
- —En el mundo entero el psicoanálisis, en tanto práctica, terapia del alma, y clínica, se ha convertido en una psicoterapia como cualquier otra, y ya no ocupa en ningún país del mundo, ni siquiera en la Argentina, el lugar soberano que ocupaba hace 50 años. Sin embargo, tampoco está abolido ni terminado. Bajo formas diferentes, está mezclado con otro tipo de terapias. Desde el punto de vista de las grandes obras teóricas, eruditas, no hay una gran renovación de la teoría psicoanalítica desde la muerte de Lacan. Es entre literatos, filósofos, historiadores donde se le da más importancia a Freud.
- —Entonces, ¿a qué psicoanalista se denomina freudiano?
- —Ser freudiano es la característica del psicoanalista, es reconocerse dentro de cierta concepción del inconsciente como separado de la conciencia, una cierta concepción de la sexualidad no genital y una cierta concepción de la transferencia. Pese a todas las divergencias de escuelas, todo el mundo se vale de la herencia de Freud, a diferencia de quienes salieron del quehacer psicoanalítico. Pero, sorprendentemente, asistimos también a una reconvergencia, incluso de los antiguos disidentes, hacia el psicoanálisis. Los lacanianos son freudianos, los kleinianos, son menos freudianos clásicos, pero apelan a la teoría original. Ser freudiano hoy, como ser lacaniano u otra cosa, es reconocer, desde el punto de vista clínico, el primado de la cura por la palabra por sobre todas las demás técnicas corporales, psicológicas, etcétera. Diría que hay más eclecticismo en Latinoamérica, en Brasil o la Argentina, que en Europa. Los argentinos tienen una postura, digamos, de espejo invertido en relación a Europa, porque en los fundadores del movimiento psicoanalítico argentino estaba Pichon Rivière, el primer lector de Lacan. En la Argentina hay una mayor tolerancia entre todos los grupos y el psicoanálisis es como una gran familia, donde se mezclan todos.
- —¿Cómo se imagina hoy a Freud frente al fenómeno de las terapias breves y las neurociencias?
- —Soy historiadora, no incurro en anacronismos. Pero creo que Freud estaría fascinado por el progreso de la ciencia y la acción de los medicamentos —porque eso él lo había previsto— y por el progreso de la genética. No creo que Freud se hubiera dedicado al estudio de las neuronas, a los inicios de la psicología científica. Por el contrario, lo habría apasionado el progreso de la ciencia pero habría querido, al mismo tiempo, preservar la autonomía del psicoanálisis. Pero no necesariamente uno tiene que estar de acuerdo con Freud.
- —¿Qué le podemos agradecer y qué le podemos criticar a Freud desde el presente?
- —Quizá lo que más podríamos criticarle, evidentemente, es la herencia dogmática, cierto ridículo del psicoanalista, una forma de hagiografía del pensamiento, una organización fundada en el culto al maestro. En la Argentina conocen esto. De modo que podríamos reprocharles su dogmatismo, un cierto aislamiento en la clínica, cierta incapacidad de comprender las obras intelectuales que provienen de fuera del psicoanálisis y un defecto que consiste en dialogar demasiado con las neurociencias y los partidarios de la cerebralidad, es decir en abrir todos los debates que tienen que ver con este campo y no suficientemente los que tienen que ver con la cultura. Ahora bien, no se trata de una ciencia en el sentido de una ciencia dura sino de una ciencia humana. Por eso, creo que es mejor dialogar con el campo de la filosofía, las ciencias humanas y la historia que con el campo de las ciencias duras. Eso no quiere decir pasar por alto el progreso de la biología. Por otro lado nos ha dado, en la modernidad actual, el medio para no zozobrar en las mitologías cerebral y cientista para no creer que todos los problemas del sujeto dependen exclusivamente del cuerpo, de la sexología, de las prácticas sexuales. Nos ha legado una teoría muy fuerte sobre la cuestión del sujeto sordo frente a la barbarie, a la civilización y sobre una cuestión que nos interesa mucho hoy, la transformación de la familia, la clonación y el progreso de la ciencia. Freud era, a la vez, un conservador ilustrado y un humanista.
- —¿Qué hacen los freudianos cuando se encuentran con una víctima del terrorismo, o un paciente que padece una problemática de esta época?
- —El psicoanálisis puede servir como posibilidad de no zozobrar nuevamente en la barbarie. Hay un trabajo de reconciliación con el pasado. Diría que hay un trabajo de crítica por parte de los psicoanalistas de sus propios errores, de sus propios defectos, sobre todo durante la dictadura argentina, porque buen número de ellos colaboró. Sobre la cuestión de la familia, diría que muchos psicoanalistas son demasiado reaccionarios. Hay que criticar los aspectos demasiado psicologistas del complejo de Edipo para ir al fondo. Freud pensó nuevas formas de familia que ya no era la familia patriarcal y contribuyó a la deconstrucción de la figura paterna o centrista de la familia. El tema de hoy es el cambio del estatus de los homosexuales en el mundo. El psicoanálisis debe pensar en sacar a los homosexuales de la categoría de perversos y hay que redefinir qué es perversión. Si los homosexuales ya no lo son, ¿cuáles son las nuevas formas de perversión sexual? El psicoanálisis ha sido una escuela de la civilización y la rehumanización de los desviados, y pienso que en esto evidentemente tiene algo que decir para combatir las nuevas prácticas bárbaras.
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