Dos participantes se besan durante una marcha anual de la celebración del Orgullo en Budapest. / REUTERS
paola aragón pérez
"Una de mis exnovias tenía miedo de que no fuera a rendir sexualmente con ella por ser más gay que hetero", cuenta Álvaro (25 años), recordando una de sus experiencias como persona bisexual. "Hasta acostarnos y que todo fuese bien, puso en duda mi sexualidad", continúa, y cambia de dirección sus palabras: "Ahora, mi pareja es un hombre gay e insiste en negar que me puedan gustar las mujeres, cuando yo he tenido relaciones con ellas, he disfrutado y me siento atraído por algunas". La última parte parece necesaria para justificarse, para acreditarse, para demostrar que sí, que es bisexual.
Y no es el único al que le pasa. Leire (37 años) es activista y bisexual. No empezó a considerarse como tal hasta casi acabada su década de los 20. Ella habla, bromeando, de que hay una especie de "policía de la bisexualidad", que parece que viene a comprobar si tienes "los cupos cubiertos", si has cumplido "con el 50% de chicas y el 50% de chicos en tus relaciones". "Puedes, sin embargo, no haber salido con nadie y saber que eres bisexual", reivindica. El quid de la cuestión: a las personas heterosexuales no se les exige demostrar que lo son. A los gays y las lesbianas, tampoco.
Las discriminaciones que sufren las personas bisexuales no son más ni menos que las de otros sujetos incluidos en los movimientos LGTBI, son distintas, particulares y reciben un nombre concreto: bifobia.
Porque, como explica Noelia Mellado, coordinadora de Políticas Bisexuales de la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales a (FELGTB), no se trata de ser 50% homosexual y 50% heterosexual, sino que son personas "100% bisexuales". Y que, además, hay multitud de maneras de vivir la bisexualidad. Sin embargo, continúa siendo una orientación invisibilizada, incomprendida, negada e incluso explotada. Y las personas bisexuales sufren discriminaciones manifestadas de múltiples formas, entre las que demostrar que cumples los requisitos de la "policía de la bisexualidad" es solo una de ellas.
Para empezar, el desconocimiento que existe no ayuda a allanar el camino: la propia Real Academia Española todavía contempla el término hermafrodita como definición de bisexual. Las principales organizaciones –entre las que se encuentra la FELGTB o el Colectivo LGTB+ de Madrid (COGAM)– han acordado adoptar el concepto tal y como lo acuñó la activista americana Robyn Ochs en la década de los 90: "La capacidad de sentir atracción romántica, afectiva y/o sexual por personas de más de un género o sexo (no necesariamente al mismo tiempo, no necesariamente de la misma manera y no necesariamente en el mismo grado ni con la misma intensidad)".
No es una fase. Ni un estado de indecisión, ni transitorio. "Es importante visibilizarnos como seres completos, que no estamos confusos, ni tenemos que elegir, ni estamos experimentando”, reivindica Leire.
En el año 2016, la celebración del Orgullo se dedicó a dar voz y luz a este sector del movimiento LGBTI, algo que aportó conciencia sobre la situación de las personas bisexuales y abrió la posibilidad a muchas de no sentir que estuvieran solas. Pero todavía quedan muchas deudas sin saldar, muchos estereotipos por derrocar y mucha labor por hacer.
"Elige una acera u otra; si no, te atropellan"
Como menciona Álvaro sobre su pareja gay, muchas personas bisexuales ven constantemente negada su orientación y abocadas a tener que elegir entre una u otra opción monosexista –heterosexualidad u homosexualidad– para ser tomadas en serio. "Un día, alguien me dijo que escogiera: o una acera u otra, pero no en la carretera porque allí te atropellan", cuenta Álvaro.
A Leire también le ha ocurrido. "El propio colectivo de lesbianas nos acusa a veces de que, a pesar de decir que somos bisexuales, siempre acabamos con un hombre porque es más fácil", explica, "y yo, cuando me consideran hetero, siento que me están quitando una parte de mi identidad". "Se nos ve como si no supiéramos decidirnos y, que te digan esas cosas desde fuera del colectivo, lo tienes más asumido, pero incluso dentro de él, ocurre", continúa la activista. "Hay lógicas absurdas, como cuando te dicen 'si sales con una chica es porque eres lesbiana'. Entonces, ¿qué pasa si no sales con nadie en ese momento? ¿Eres transitoriamente asexual?", cuestiona Leire.
Sin embargo, la activista reconoce que existe una controversia en este aspecto con respecto a otras colectividades del movimiento, y es el modo en que una persona es leída en sociedad. "Si siendo mujer vas caminando por la calle con un chico, van a catalogarte como hetero, y no vas sufrir las agresiones que sufren otras personas LGTBI", explica.
En este sentido, Noelia Mellado incide en lo importante que resulta entender la bisexualidad como una categoría propia en sí misma, y no una mezcla en la que, una supuesta "mitad homosexual", acarree a una persona las "discriminaciones" asociadas a una lesbiana o un gay, a la vez que la "mitad heterosexual", le otorga "privilegios". "Entendiéndolo así, a esa persona no se la está reconociendo de ninguna manera, se la está invisibilizando", detalla Mellado. "El marco del monosexismo presupone que todo el mundo es monosexual, porque tenemos un sistema que es patriarcal", indica, "hay bifobia incluso dentro del propio colectivo LGTBI".
Beatriz Gimeno, activista LGTBI y escritora, atribuye estas dinámicas a "las definiciones externas, que vienen de la cultura heterosexista, monosexista y sexista", haciendo que "socialmente no se acaba de entender muy bien el concepto de bisexualidad" el cual, en todo caso, "parece que es tener sexo con todos pero solo enamorarte de unos, o algo así".
También hay puntos en que la LGTBIfobia genera intersecciones de opresión entre unos y otros colectivos del movimiento, y la homofobia junto a la bifobia actúa como un elemento potenciador de las discriminaciones. Álvaro cuenta que, como hombre bisexual, "el mundo hetero", sobre todo sus amigos, aceptan su bisexualidad porque "a pesar de que haya tenido más relaciones sexuales con hombres, prefieren incluirme ''en ese pequeño 'porcentaje hetero', intentando evitar ese lado marica que también me define".
Las mujeres bisexuales no existen para tu porno
Los estereotipos bifóbicos que afectan a las personas bisexuales tampoco repercuten de la misma manera en los distintos sujetos. "Los hombres 'bi' son vistos como gays confundidos, o directamente no se habla de ellos", puntualiza Mellado. Sin embargo, en el caso de las mujeres, la tónica es algo distinta.
"La bisexualidad de las mujeres se acepta, sin reconocerla, porque es utilizada para satisfacer los deseos sexuales masculinos", cuenta Gimeno, algo que se debe a que "la sexualidad de las mujeres es vista por la cultura como algo para satisfacer a los hombres como objetos y no para construirse como sujetos de placer".
"Los hombres bisexuales son mucho menos visibles", continúa la experta, "se habla mucho menos de ellos que de las mujeres, porque siempre está ese punto de la bisexualidad como producto de consumo pornográfico para la sexualidad masculina. Por eso las mujeres bisexuales son más visibles".
Leire reconoce que dentro del propio movimiento, las lesbianas a veces consideran que las bisexuales son más visibles, algo que la activista también atribuye a que están "hipersexualizadas, pero infravisibilizadas como seres completos con capacidad de decisión. A veces, por ejemplo, en aplicaciones de contactos te entran directamente con “¿nos hacemos un trío?”. Soy un ser humano, al menos salúdame".
Gimeno, además, destaca como causa significativa que "la heterosexualidad masculina se construye desde el rechazo a las mujeres, a lo femenino, desde el incidir que 'no soy una mujer'". "Los hombres son educados más en una heterosexualidad rígida, mientras que a las mujeres, como nuestra sexualidad no importa y siempre está al servicio de los hombres, es una sexualidad que se construye con los límites menos claros", desarrolla. "Por eso las mujeres tienen más facilidad para experimentar relaciones con otras mujeres sin que eso signifique una pérdida de identidad", concluye.
No es la orientación sexual del "vicio"
Asimismo, la bisexualidad tampoco es una opción sexual de "vicio" que desvincule los afectos. Como explica Gimeno, "parece que cuando se habla de bisexualidad se habla solo de sexo" y añade que esto ocurre a veces también con la homosexualidad. "En ese caso quizá menos, porque la parte afectiva socialmente ya hemos logrado introducirla y todo el mundo sabe que los gays y lesbianas también se enamoran", puntualiza Gimeno, "con la bisexualidad no parece tan asumido".
Mellado corrobora la necesidad de trascender este prejuicio. "Hay una tendencia a asegurar que las personas bisexuales son unas viciosas, cuando eso puedes serlo con independencia de tu orientación sexual", reivindica, y añade que, de ser así, "tampoco pasa nada".
Sin embargo, como menciona Leire, "es importante desligar la bisexualidad de la fetichización" que tienen, ya que lo "preocupante" es que la categorización de "promiscuidad" se dé impuesta, que no exista "la opción de decidir ser promiscua o no".
Fuente: http://www.publico.es/sociedad/bisexualidad-orgullo.html