El amor de Hepburn-Tracy, una tapadera
CARMEN VILLAR MIR. CORRESPONSAL. ESTOCOLMO
La relación que durante años mantuvieron Katherine Hepburn y Spencer Tracy hizo correr ríos de tinta en la era dorada de Hollywood. Sin embargo, ese amor tan apasionado como imposible (Tracy estaba casado y era católico) era pura comedia, según revela William J. Mann en una biografía de la actriz recientemente publicada en Estados Unidos. «Kate: La mujer que fue Hepburn» asegura además que la actriz, fallecida el 29 de junio de 2003, era lesbiana.
La eterna soltera
Entusiasta, hiperactiva y con una belleza que no se ajustaba a los cánones de la época, Kate Hepburn fue la hija rebelde del cine. Criada exquisitamente en un clima de comprensión y libertad por sus padres -un cirujano y una elegante sufraguista-, dedicó todo su tiempo libre al deporte. Le gustaba vestir con pantalones y mocasines, llevaba poco maquillaje y rechazaba los contactos con chicos de su edad.
Con cuatro Oscar en su haber y doce nominaciones a las preciadas estatuillas, fue durante medio siglo una de las más famosas figuras de Hollywood, fama que cimentó en parte gracias al romance que mantuvo a lo largo de su existencia con el también mítico intérprete Spencer Tracy. Sin embargo, Khaterine Hepburn, conocida por todos como «La eterna soltera» o «La otra», jamás tuvo una relación amorosa o mucho menos sexual con Tracy. La razón, según escribe William J. Mann, es obvia : Hepburn era lesbiana. La pasión demostrada hacia Tracy era una cortina de humo que ocultaba sus relaciones homosexuales. Las afirmaciones del autor sobre el tema, que van más allá de todo lo escrito hasta ahora, son tan audaces que apuntan que Tracy, católico y casado (excusa que usó la pareja para no contraer matrimonio) también era homosexual además de demasiado aficionado al alcohol.
Si el recuerdo de la protagonista de «La fiera de mi niña» fuera un producto a la venta, estaría agotado. Pero ninguna de las biografías sobre la actriz aparecidas hasta ahora ha basado sus afirmaciones en cientos de documentos originales (cartas, agendas, diarios y entrevistas inéditas) como la de Mann.
A lo largo de las 600 páginas del libro, dividido en tres actos, el autor exhibe el dilema de la artista, «el elefante de su intimidad». Su propósito no es mancillar la memoria de uno de los iconos de la pantalla, sino desvelar la verdadera personalidad del mito. Tras desgranar detalles escabrosos de su vida, concluye Mann con la frase: «El papel que mejor ejecutó fue el de amante impecable de Tracy».
El autor dedica la primera parte a la encarnación de «Jimmy», un chaval pelirrojo de pelo corto que a lo largo de su infancia y juventud quiso parecerse a su padre. Esa presencia masculina, que persiste durante toda la vida de la actriz, es una de las partes más interesante del libro. En el segundo acto narra la carrera triunfal que comenzó en el teatro y da un repaso a sus 52 películas.
El marido de Katie
Pero sin duda, la sección más atrayente es la tercera, en la que Mann describe la atracción sexual y el amor que Katherine Hepburn siempre sintió por las mujeres: desde Laura Harding, conocida por los íntimos como «el marido de Katie», hasta su asistente personal, Phyllis Wilbourn, su pasión secreta durante 40 años y sobre la que la propia Hepburn escribe: «Phyllis y yo somos un solo cuerpo, una sola persona».
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