SON PAREJA DESDE HACE 9 AÑOS
El marido del juez Grande-Marlaska se llama Gorka
VIDA PRIVADA
"El País" publica este domingo una amplia entrevista con el hombre de moda en la Audiencia Nacional, y quien más ha hecho en ella por sujetar a Batasuna (y al Gobierno) al imperio de la ley.
11 de junio de 2006. Lleva poco más de dos años en la Audiencia Nacional, pero aparte de que le han tocado casos de gran relevancia (ahora mismo lidia con el de Fórum Filatélico), ha alcanzado el estrellato por su aplicación estricta de la ley al entorno proetarra. No concede entrevistas, pero ha hecho una excepción con Rosa Montero, quien le saca del armario, pero sólo para el gran público. Porque Fernando Grande-Marlaska, vasco, de 43 años, confiesa que nunca ha ocultado su condición homosexual, ni ha presentado nunca a Gorka como alguien con quien comparte piso, sino como su pareja.
Son, además, recién casados, y muy orgullosos de ellos: "Ahora peleamos por utilizar la palabra marido tanto uno como el otro. Pero lo que ocurre es que muchas veces no nos sale, porque llevamos viviendo juntos nueve años y nos casamos el pasado mes de octubre, y antes siempre decíamos mi novio o mi pareja, y a menudo nos sigue saliendo así".
Aunque Rosa Montero comienza preguntándole por aspectos más profesionales (reconoce que era consciente de la presión social en su decisión sobre Arnaldo Otegi, pero que está acotumbrado y sabe contrarrestarla sin que afecte a su discernimiento), el objetivo de la conversación es para el juez un acto de militancia homosexual, venciendo la discreción mantenida hasta ahora: "Es por eso por lo que me he decidido a dar esta entrevista. Porque yo no me siento modelo de nadie, pero hay muchos chavales que viven en pequeños pueblos y que lo tienen muy difícil. Y con esto puede que se digan, mira, ese tío del que hablan tanto los periódicos también es así, entonces lo mío no será tan raro, no será tan malo".
Gorka y él se fueron del País Vasco con una sensación de asfixia por el nacionalismo: "Las relaciones profesionales, las personales, el aire que respirábamos en la calle, todo estaba atrapado dentro del binomio nacionalismo sí, nacionalismo no, ETA sí, ETA no". Pero no quiere tampoco que se interpreten mal sus decisiones sobre los proetarras: "Yo no quiero ser la persona en la que se sientan respaldados esos tipos de las banderas con el aguilucho, eso yo no, no lo quiero nada en absoluto".
Es, sin duda, la entrevista de la semana.
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