Mehmet Murat Somer no lo tuvo fácil para publicar en Turquía Los crímenes del profeta, pero en cuanto una prestigiosa editorial le dio su beneplácito, esta saga de novelas policiacas sobre un detective travesti se convirtió en un fenómeno literario. Su primera entrega llega a nuestro país. Entrevista Pablo Giraldo
Cuando Mehmet Murat Somer, ingeniero reconvertido en escritor, terminó hace diez años Los crímenes del profeta, la primera entrega de su saga policiaca protagonizada por una misteriosa agente, de la que nunca se llega a saber su nombre, se cansó de llamar a todas las editoriales del país. Ninguna quería pillarse los dedos con esta historia sobre un fanático religioso con una macabra predilección por los travestis que se dedica a sembrar el terror entre la comunidad gay de Estambul con una serie de asesinatos en cadena. "A punto estuvo de quedarse como una novela underground para que la leyeran mis amigos. Después de tres años intentándolo, me propusieron lanzarla en la misma editorial que publica a Orhan Pamuk, lo cual supuso el perfecto escudo protector. De otra manera, habrían ridiculizado el libro desde el principio, pero gracias a eso incluso los medios más radicales la consideraron una novela interesante", cuenta el autor. Con el respaldo de la editorial que publica al Nobel turco, el libro se convirtió rápido en un raro best-seller, de esos que se leen compulsivamente aunque pocos estén dispuestos a reconocerlo. "Me encontraba gente en la playa que tapaba la portada del libro, sobre todo hombres", recuerda entre risas. "Una vez continué con la saga, mis seguidores aumentaron considerablemente, y se ha convertido en un fenómeno literario perfectamente normal". Tanto fue así que incluso se llegó a extender el rumor de que el propio Mehmet tenía una vida oculta que le servía de inspiración para sus novelas. "Siento decepcionarles, pero nunca ha sido así. Ser travesti requiere mucho esfuerzo y yo soy demasiado vago. Si ni siquiera uso after-shave..., ¡como para maquillarme todos los días!", bromea.
La clave del éxito de la saga que inaugura Los crímenes del profeta está, según el autor, en apostar por el género negro desde un tratamiento ligero y cargado de humor. De otro modo habría despertado las iras de los sectores más conservadores de su país. "No me gusta el gore. Y como la serie mantiene ese tono de comedia continuado, no han llegado a tomarla tan en serio como para considerar su retirada. Lo gracioso es que no ha sido en Turquía, sino en EE UU donde me sugirieron que esta entrega se publicara al final porque podría ser la más controvertida". Sin embargo, bajo esa pátina de comedia se entreve una meditada reflexión acerca de la realidad de la comunidad LGTB turca. "La homosexualidad en Turquía nunca ha estado criminalizada, pero hay leyes que dicen que la policía puede arrestar a todo aquel que no se ajuste a la moral pública, lo cual es un concepto demasiado elástico. Estambul ha sido una gran metrópoli durante años y hay ciertas áreas en las que la vida nocturna gay se prolonga los siete días de la semana, 24 horas, algo comparable a San Francisco, Rio de Janeiro o Nueva York". En sus historias va más allá, haciendo hincapié en un colectivo tradicionalmente dado de lado en la comunidad gay. "En Turquía, los artistas transgénero pueden llegar a ser superestrellas, como Zeki Müren. La mayoría los tolera, pero no los acepta. Con el tiempo, me he dado cuenta de que la gente observa a esos artistas de dos maneras extremas: como frikis con connotaciones cómicas, igual que si fueran protagonistas de un continuo slapstick, o como un amenaza potencial, algo criminal y marginal que no tiene un código ético definido. No me gusta ninguna de ellas. Yo quería dar protagonismo a la marginalidad de travestis y transexuales, crear un personaje agradable, que tuviera características positivas y que supiera disfrutar de la vida".
Le salió lo que muchos han definido como ‘la Miss Marple turca', solo que en lugar de las rebecas de punto, ella prefiere el cuero ajustado y un buen par de tacones para combatir el crimen por los garitos de ambiente de Estambul. "Mi heroína no es una detective profesional, se ha visto obligada por los acontecimientos y trata de resolver unos asesinatos en los que sus amigos y clientes se han visto involucrados, pero de los que la policía no quiere saber nada", explica Murat. Un retrato particular que lo mismo bebe de Almodóvar por sus toques de humor que de Sexo en Nueva York por su atmósfera de glamour, aunque es resultado del "subconsciente más perverso" de su autor. "He estado tomando notas durante años para construir el personaje, y he utilizado desde frases que le escuché a mi abuela o que aparecen en viejas películas turcas hasta conversaciones de mis vecinos".
EL LIBRO LOS CRÍMENES DEL PROFETA DE MEHMET MURAT SOMER ESTÁ PUBLICADO POR EDICIONES B.