Enviado Flick el 18 Noviembre 2010
Lo publica la revista Marie Claire y se hace eco la web de sociedad vanitatis.com. La tenista Lilí Álvarez y la escritora Carmen Laforet mantuvieron una estrecha relación sobre la que la divulgación de las cartas que ambas intercambiaron arroja ahora luz.
“Antes pensaba que esta confianza espiritual se debería tener sólo con el marido. Ahora estoy totalmente segura de que ningún hombre la merece ni la quiere ni sabe qué hacer con ella”, escribía Laforet a Álvarez, pocos meses después de haberla conocido en junio de 1951. La escritora contaba con 29 años y, tras encontrarse con Álvarez en una lectura en casa del poeta Claudio de la Torre, quedó embelesada por la tenista (además de periodista y también escritora), que tenía 46 años.
Tras conocer a Álvarez, Laforet buscó refugio en el misticismo y la religiosidad. Ello marcaría no solo su obra, sino también su relación con la deportista, a la que el último embarazo de Laforet dio el golpe definitivo. “¿Sería cristiano que yo ahora que comulgo todos los días limitase la natalidad de mis hijos por miedo a todos los inconvenientes prácticos y afectivos? Dime, querida mía, ¿cuál es la lógica de nuestra conducta?”, le reprochaba Laforet en una de sus últimas cartas. “Yo sé –me parece– que me tienes que seguir queriendo aunque siga mi camino de Cristo, con todos sus inconvenientes, con todas sus espinas, con todas sus tormentos físicos… y, añado, espirituales”, sentenciaba en aquella carta que obtuvo una respuesta triste por parte de la tenista: se sentía herida y aseguraba no poder volver a creer en ella.
“Yo, en cambio, te espero con los brazos tendidos… Tengo que esperarte. O bien tirarme al surco y marcharme contigo todo recto, caminito del infierno, cosa que tú eres la primera en prohibir… como es natural”, le respondería Laforet. “No, niña mía. Aunque tú te obstines en creerlo y en disfrazarlo, en tu sufrimiento no hay nada espiritual (como nada espiritual hay en el mío, cuando sufro también) y hay que saberlo, y hay que querer purificarse“, añadía. La relación se rompió definitivamente en 1958. “No me verás más. Adiós”, rezaba una nota manuscrita escrita por Lilí Álvarez.
Carmen Laforet (1921-2004) es considerada una de las autoras fundamentales de la literatura española del siglo XX desde la publicación de Nada, obra con la que consiguió el Premio Nadal en 1945. Estuvo casada con Manuel Cerezales, con quien tuvo cinco hijos. Lilí Álvarez (1905-1998) fue una auténtica pionera del deporte femenino español. En los años veinte llegó a disputar tres finales del torneo femenino de tenis de Wimbledon. Su gran pasión deportiva era, sin embargo, el patinaje. Llegó a ser convocada para participar en los primeros Juegos Olímpicos de Invierno (Chamonix, 1928) pero una lesión le impidió participar. Practicaba además esquí, alpinismo, equitación, billar y pilotaba coches de carreras. En 1934 se casó con un aristócrata francés, del que se separó pocos años después tras perder a su único hijo.