. EDUARDO MEDICUTTÍ
. EDICIÓN IMPRESA.EL Mundo.
Western gay, esa subversiva propuesta a costa de uno de los grandes mitos estadounidenses: la conquista del oeste, el paradigma de la virilidad nacional, el papel fundamental del macho impenetrable.. Si tienes en cuenta que además el western es uno de los pilares de su cinematografía, mucha gente del cine de Hollywood no podía soportar esa blasfemia que para ellos supone esa historia de amor entre dos cowboys.
El que, pese a todo, Brokeback Montain acumulara tantas nominaciones tiene su explicación: las candidaturas las deciden sus académicos según su especialidad, pero a la hora de la verdad todos votan a todos. Y en ese plenario académico, a la hora de elegir la mejor película, a la hora de elegir la mejor película, Hollywood ha hecho valer su componente no sólo más conservador, sino más homófobo. Porque Crash, la (estupenda) película premiada, no es, desde luego, una producción complaciente con la sociedad estadounidense. Se ve que al Hollywood más reaccionario no le importa reconocerse racista hasta la médula y en todas direcciones -de eso va Crash-, y hasta a lo mejor se siente secretamente orgulloso de ello, pero no soporta que la homosexualidad conquiste también el far west. También eso explica que el Tío Oscar abrace encantado a Philip Seymour Hoffman por su interpretación del homosexual Truman Capote - a fin de cuentas, un gay urbano, amanerado, retorcido, desgraciado- y olvide a quienes han osado interpretar a dos rancios muhachotes de la estirpe de John Wayne enamorados.
Claro que buena parte de la culpa de ese rechazo "de oídas" que ha cosechado Brokeback Mountain la tiene la promoción y los comentarios que se han hecho de la película. Insistir en que Brokeback Mountain es un nuevo western gay es un truco equivocado: primero porque no es verdad -lo ha dicho la propia Annie Prouix, la autora del relato original, y segundo, porque ha excitado el rechazo de los guardianes de la ortodoxia del Medio Oeste contemporáneo, y los supuestos cowboys no son sino trabajadores que hacen sus labores del campo: cuidan ganado, hacen recolección, venden cosechadoras... Ese afán por reforzar innecesariamente la osadía del filme también ha contribuido a que Tío Oscar se haya rendido cuando aún le faltaba la cumbre de la montaña por escalar.