Fuente: Guia quincenal de Shangay express (Nº 254)
Hablemos de Sexo.
Los sectores reaccionarios de EEUU en los años 40 le odiaban. Las organizaciones conservadoras le acusan hoy en día de haber dejado como herencia tras su fallecimiento el sida, el aborto, la pornografía y las altas tasas de divorcio. Hace más de 50 años que el profesor Alfred Kinsey publico sus investigaciones sobre sexualidad y los resultados aun levantan ampollas, sobre todo por descubrir a la sociedad que ciertas conductas denominadas "desviadas" no eran tales. Este zoólogo reconvertido a sexólogo regresa más que nunca a la actualidad en el Biopic que Bill Condon (Dioses y Monstruos) que ha rodado sobre él. Con vosotros el doctor del sexo.
Texto: Marcos Alonso.
Alfred Kinsey, zoólogo y marido abnegado pero pacato en asuntos de cama, se vio obligado a mediados del siglo pasado a dar un cursillo prematrimonial y, una vez metido en faena, al reconocerse incapaz de responder a la curiosidad de sus alumnos. Eso hizo convertirse en sexólogo e intentar poner un poco de claridad al asunto. Así, 18.000 americanos, hombres y mujeres, se sometieron a sus preguntas y los resultados publicados en sendos trabajos, Conducta sexual del hombre (1948) y Conducta sexual de la mujer (1943) , cayeron como bombas en una sociedad estadounidense de la posguerra.
En la época en que el adulterio y la homosexualidad estaban penados, Kinsey no tuvo reparos en confirmar la realidad: el 90% de los hombres se masturbaba, el 70% había visitado algún prostíbulo, el 37% había reconocido por lo menos "una relación homosexual resultante en un orgasmo"... E incluso el 17% de los adolescentes de las zonas rurales se iniciaban teniendo contactos con algún "animal inferior". Pero Kinsey no se quedó en este trabajo: el conocido como el doctor del sexo fue más allá y, en su afán de derribar barreras de prejuicios, predicó con el ejemplo y practicó el "matrimonio abierto" y la homosexualidad.
Semejante personaje no podía escapar a la visión del director de cine Bill Condon, activista gay en una industria cerrada como la hollywoodiense (visto el conservadurismo actual, su situación no dista mucho de la que vivió el propió Kinsey), que ya recreó la vida de otra figura fascinante como James Whale, en esa recreación poética de los últimos días del director de Frankestein que responde al nombre de Dioses y monstruos.Para dar vida a este retrato del hombre que fue destinado a descubrir los secretos más privados de una nación se barajaron muchos nombres - desde Jeff Bridges O George Clooney hasta Michael Douglas y Ralph Fiennes -, pero al final el encargado ha sido Liam Neeson que, con la eterna pajarita que llevaba el investigador, entrevista a personas de cualquier condición sexual y siembra provocación donde él solo ve apertura de mente, estudios concienzudos y liberación personal. A su lado, su compresiva esposa Clara, interpretada por ese mini-icono gay que es Laura Linney (nominada al Oscar a la Mejor Actriz de Reparto) o el desencadenate de la liberación gay de Kinsey, Clyde Martin, al que da vida Peter Sarsgaard. Y a su alrededor una corte de secundarios como Cris O'Donell, Timothy Hutton, Oliver Platt, John Lithgow, o Lynn Redgrave metida a lesbiana.
Lo que más impresina es que una película como Kinsey, rodada desde el centro de la industria más mainstream, sea capaz de provocar tanta polémica. Si hace más de medio siglo Kinsey escandalizó hablando de sexo oral, Bill Condon ha conseguido que los sectores más conservadores de EEUU le acusen de promover la pedofilia, el sida y la pornografía. Si todo esto provoca que más gente vaya verla al cine y abra su mente, bienvenida sea.
Kinsey de Bill Condon se estrenó el 4 de marzo en los cines de toda España.
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