Este es el protagonista de nuestra historia, bello, celebre, elegante y glamouroso:
"Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estaba solo". G. Flaubert
Un icono gay o icono LGBT es una figura histórica, celebridad o personaje público que sirve como referente en determinados ámbitos de la comunidad lésbica, la gay, la bisexual y la transgénero. Las cualidades del icono gay incluyen frecuentemente la belleza, la elegancia y glamour, la fortaleza frente a la adversidad, la androgenia, la exageración de ademanes, y en el caso de los artistas, que sean intérpretes o autores de alguna obra famosa que la comunidad gay haya asumido como parte de su cultura.
La mayoría de los iconos gays entran dentro de dos categorías: la de figura trágica, a veces incluso suicida. Antinoo cumple todo esto y mucho más representado por múltiples artistas.
130 d. C. El amante de un Emperador romano se ahoga en el Nilo
Antinoo (nacido aproximadamente en el 110 d.C.), fue un amante del Emperador Adriano que se ahogó en el Nilo en el 130 d. C. Fue deificado por el entristecido Emperador que incluso fundó una ciudad llamada Antinópolis en su honor, cerca del sitio de su muerte. Nos han quedado innumerables estatuas, pinturas y monedas que lo retratan como un icono idealizado y deificado de la belleza juvenil. En algunas representaciones aparece como el dios egipcio Osiris, que también se ahogó en el Nilo.
Antinoo, que tenía aproximadamente 20 años de edad cuando murió, había nacido en la provincia de lengua griega de Bythinia (Anatolia) y parece haberse vinculado a la corte imperial alrededor de 123 d. C.
Cuando el muchacho tenía aproximadamente 13 años. No se sabe ni cómo ni porqué se conocieron y en que momento Adriano se enamoró de Antinoo, pero la relación estaba probablemente bien arraigada antes de que Antinoo llegase a los 18. Las circunstancias exactas que rodearon la muerte de Antinoo son imprecisas y aunque los datos son insuficientes no deja de ser una suposición el que se haya ahogado naturalmente en el Nilo, si bien la posibilidad de homicidio o suicidio no fue nunca descartada. El emperador continuó llorando a Antinooo hasta su propia muerte en 138 d.C
Antínoo en la literatura y el cine
Sin embargo, la influencia de Antínoo y de su relación con Adriano no se reduce al arte antiguo y a su recreación y nueva interpretación. Si bien el interés despertado por el personaje en el mundo de la literatura fue bastante tardío, y solo se inició en las décadas finales del siglo XIX, varios autores literarios se han ocupado de Antínoo, entre ellos la muy conocida escritora belga Marguerite Yourcenar, autora de la célebre novela histórica Memorias de Adriano (1951), en la que, al final de su vida, el emperador relata, entre otros muchos recuerdos, el intenso amor que sintió por Antínoo y su trágica muerte.
Otras novelas que se han ocupado del personaje son Antinous. Historischer Roman aus der römischen Kaiserzeit (1880), de George Taylor; Antinous, des Kaisers Liebling. Ein Seelengemälde aus dem Alterthume (1888), de Oscar Linkes; Der Kaiser (1890) del egiptólogo alemán Georg Ebers; Antinous oder die Reise eines Kaisers (1955), de Ernst Sommers; y Antinous, Geliebter! Ein Schicksalsjahr für Kaiser Hadrian, de Ulrich Stöwer (1967). Entre las más recientes está Memorias de Antínoo (2000), del argentino Daniel Herrendorf.
La trágica historia de Antínoo ha sido también fuente de inspiración para numerosos poetas, entre los que destaca sobre todo el portugués Fernando Pessoa. Su poema "Antinous", escrito en inglés, se publicó en 1918. Oscar Wilde aludió también a Antínoo en unos versos de su poema "The Sphinx" ("La esfinge"):
Características de las esculturas de Antinoo
Las imágenes de Antínoo fueron modelos a imitar para la retratística de personajes jóvenes durante el siglo II. Muchas esculturas realizadas a lo largo de dicho siglo tomaron como referencia los retratos de Antínoo. Esta es una de las razones por las cuales no siempre es posible identificar con seguridad los retratos de Antínoo.
Las esculturas se caracterizan por sus rasgos suaves, un tanto redondeados. Los labios son gruesos, pero la boca no es muy grande. La nariz es muy recta, y las cejas curvadas. La mirada es generalmente algo ausente y, sobre todo, melancólica. Especialmente llamativos son los rizos, que caen hasta la nuca. A primera vista, parecen caóticos; sin embargo, si se observan con atención, se descubre que siguen un orden riguroso. Según el tratamiento que se dé al cabello pueden distinguirse con facilidad dos estilos diferentes, el denominado "tipo Mondragone", y el "tipo egipcio".
Si bien los rostros de las estatuas se parecen mucho entre sí, en cuanto al resto del cuerpo existieron grandes variaciones. Se ha supuesto que el prototipo del que derivan las copias se basa en una estatua del "estilo severo" de la primera etapa del clasicismo griego. Puede ser que ese prototipo sea la escultura conocida como "Apolo del Tíber". Del modelo clásico habrían tomado varias estatuas, por ejemplo, la posición erguida, el giro de la cabeza, y las proporciones, sobre todo del torso. Sin embargo, los retratos contienen también elementos que eran habituales en época de Adriano. Las formas son más anchas y más redondeadas, la frontalidad es muy acentuada y el torso está completamente erguido. En cuanto a lo anterior, los retratos de este tipo concuerdan con las tendencias más clasicistas de la escultura de la época de Adriano. Es evidente en estos retratos la fusión entre elementos del clasicismo y de la escultura de la época de Adriano: se intenta conjugar el ideal de la belleza juvenil en el retrato clasicista con detalles naturalistas. Mientras que los artistas griegos del período clásico no realizaban generalmente verdaderos retratos, sino imágenes idealizadas, aquí estas imágenes de belleza ideal se asocian con los verdaderos rasgos del difunto.