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En la última década se viene reportando un aumento en las prácticas sexuales de riesgo con parejas ocasionales en el colectivo gay y de otros hombres que tienen sexo con hombres de muchos países industrializados. Lo mismo se indica con respecto al incremento de la prevalencia e incidencia del VIH y otras Infecciones de Transmisión Sexual. En España ocurre una situación similar, especialmente en grandes ciudades como Barcelona o Madrid. Un reciente estudio determinó que el 17% de hombres que tienen sexo con hombres en Barcelona están infectados del VIH (Estudio SIALON, 2009).
Sobre este fenómeno se han planteado algunas explicaciones “oficiales” ofrecidas por los epidemiólogos, las autoridades de la salud pública o los medios de comunicación: un optimismo por los avances del tratamiento contra el VIH (“nadie se muere de Sida”), una fatiga relacionada a la prevención del VIH (tener que usar siempre condón), dificultades o problemas con el uso del condón (perdida de la sensibilidad, el condón “corta el rollo”, perdida de la erección) y el consumo de drogas con fines recreativos.
Sin embargo, estas explicaciones oficiales (planteadas más por el sentido común) y los discursos proporcionados por los propios hombres que tienen prácticas de sexo no protegido no se ajustan ni se corresponden del todo. Si bien estos argumentos oficiales pueden explicar algunos de los motivos que llevan a tener sexo no protegido, no son suficientes para explicar otros motivos que parecen tener más peso a la hora de tener penetración anal sin condón. La mayor parte de las investigaciones sobre conductas de riesgo sexual ignora las circunstancias que podrían explicar episodios de sexo no protegido en hombres que de otra manera poseen la información, la motivación y las habilidades para practicar sexo más seguro. Por lo general, los estudios epidemiológicos (cuantitativos) ignoran las circunstancias personales que podrían explicar estos episodios. Por ejemplo, el sexo anal y el semen son descritos como elementos de riesgo para la transmisión del VIH en el discurso de la salud pública, con muy poca exploración de lo que eso significa para los hombres que tienen sexo con otros hombres. En este sentido nos preguntamos: ¿muchos gays están teniendo sexo no protegido de manera consciente o intencionada? ¿han bajado la guardia que ya no les importe infectarse del VIH?... Son preguntas cuyas respuestas no están del todo claras. Por esta razón Stop Sida realizó un estudio cualitativo con entrevistas a 20 hombres para tener un mayor entendimiento sobre algunos de los motivos que los llevan a tener sexo anal no protegido. Estos hombres tenían entre 18 y 40 años y todos ellos manifestaron haber tenido, al menos, un episodio de penetración anal sin condón en los últimos tres meses.
Entre los principales hallazgos encontramos que muchos entrevistados tuvieron prácticas de sexo anal no protegido con parejas sexuales ocasionales porque fueron en búsqueda de experiencias que no estuvieron relacionadas directamente con las sexuales: reafirmación del sentido de valía personal y del propio atractivo físico (cuando existe un sentido de carencia personal sobre el valor del propio atractivo y el deseo de no arruinar una oportunidad sexual, el acto sexual puede servir como una afirmación del atractivo físico y sentirse deseado sexualmente), compensar carencias afectivas y sentimientos de soledad (sentimientos depresivos y soledad conducen a una pobre autoestima y a tomar riesgos en un intento de conectarse a otros a través del sexo), búsqueda de conexión e intimidad (psicológicamente el uso del condón resta la posibilidad de estar en "comunión" con la otra persona, por lo que tener sexo sin condón buscaría estrechar el vínculo de intimidad que se ha creado en ese momento con la otra persona), estar enamorado (anticipar que una relación se desarrollará o identificar una nueva pareja como un "potencial novio" es suficiente para motivar a algunos hombres a dejar de usar el condón como un signo de la seriedad de la relación), conversión del riesgo en placer por lo prohibido (experimentar la sensación que produce el exponerse a una situación de riesgo y sentir la excitación de hacer algo prohibido con un "cómplice". Así, el riesgo se erotiza y se convierte en un elemento para sentir placer) y deseo por rebelarse contra las normas establecidas (el sexo no protegido, un comportamiento explícitamente no-normativo -es mal visto follar sin condón-, sirve de vía de escape a las tensiones producidas por tener que vivir ajustados a normas).
Los contextos de riesgo descritos en este estudio, aunque experimentados como estados psicológicos, motivaciones o sentimientos, se vinculan con factores socioculturales encontradas en la cultura gay, como pueden ser el culto por la belleza y la juventud (por ejemplo, si para estar en el "mercado sexual" un hombre no reúne los "requisitos" del ideal deseado por otros hombres, porque tiene "pluma", no es guapo, no tiene un cuerpo armonioso o pasa los 40 años se colocará en una situación vulnerable), instigar la alta frecuencia del sexo recreacional (por ejemplo, existen muy pocos espacios alternativos de socialización que faciliten diferentes oportunidades de conocer hombres en ambientes que no sean necesariamente sexualizados), desalentar las afiliaciones emocionales (por ejemplo, si alguien busca pareja por los portales gay es “mal visto” y será obviado) así como la falta de modelos o dificultad para integrar amor y sexo, intimidad y pasión sexual en relaciones estables.
Este estudio ha sido publicado en la Revista Forum: Qualitative Social Research. Si estás interesado en obtener más detalles o una copia completa de este estudio puedes contactarte con el investigador principal, Percy Fernández-Dávila, a: percy@stopsida.org, o lo puedes descargar desde: http://www.qualitative-research.net/...view/1295/2771
