¿EXISTE HOMOFOBIA EN EL TURISMO?
Con aún más perplejidad leo una carta de unos lectores en ZERO, donde en algún alojamiento del Camino de Santiago fueron mal mirados e incluso maltratados verbalmente por querer ocupar una cama doble siendo dos chicos gays. Sinceramente, creía superado episodios como el que denuncian estos viajeros, por lo menos en lo que respecta a la cama de matrimonio en los hoteles. He vivido yo mismo ese prejuicio, y lo experimenté en mis propias carnes, llegando a solicitar por vergüenza (todavía no me explico vergüenza a que, pero los que tenemos una cierta edad lo entenderemos) una habitación con dos camas con mi propio novio (para luego juntarlas por la noche)… ¡Pero eso fue hace más de 20 años!... Hoy, en un estado como el español, donde tenemos la legislación en materia de derechos para gays y lesbianas más avanzada del mundo, y en el año 2006, hechos como los mencionados me parecen hasta increíbles.
Aunque en realidad, la certeza de que aún existe homofobia (o por lo menos el miedo a todo lo que sea lo LGTB) en ese mundo complejo que es el de los viajes, se me fortifica cada vez que oigo a algunos responsables de la gestión turística de los diferentes gobiernos decir cosas como: “No hace falta hacer ninguna acción para que LGTB nos visiten” o “Dado que son iguales, tienen ya las promociones generales”, cuando justamente las promociones a que se refieren son en su mayoría heterosexistas y no hay ningún guiño a un nuevo grupo de viajeros que si bien existe desde siempre, últimamente nos hemos visibilizado como LGTB y en general somos sensibles a toda acción especializada que se nos realice, tanto en la publicidad como en la promoción de diferentes productos. Es cierto que no hay que tener instalaciones especiales para gays o lesbianas como en el caso del turismo de golf o el rural, por ejemplo, pero también es cierto que normalmente se realizan promociones específicas para otros colectivos que tampoco requieren de instalaciones especiales, como por ejemplo los estudiantes o la tercera edad.
Todo ello sin abordar el hecho de que hay en el mundo muchos países que penalizan de diferentes maneras la diversidad de orientación sexual según la ILGA (www.ilga.org) y otras organizaciones de derechos humanos. Muchos de esos países son destinos turísticos, y desafortunadamente, muchos gays y lesbianas viajan a ellos, sin tomar en cuenta que no pueden ser ellos mismos allí, ya que si bien generalmente nada sucede a los turistas, nunca se está exento que pudiese haber ataques homofóbicos que en esos casos la ley no contempla como delitos, ya que justamente están penados.
Éstas y otras actitudes y noticias, me indican que en el terreno del turismo también es necesario seguir trabajando por la total normalización de los hechos LGTB. Tomar conciencia de que al elegir un destino donde los derechos humanos están recortados es colaborar con el sufrimiento de muchos gays y lesbianas en esos países, no tener miedo a denunciar actitudes homofóbicas en hoteles o medios de transporte, hacer un boicot a las empresas turísticas que no integran en su promoción a LGTB, son sólo algunos de los caminos con que contamos para ello. Una información clara sobre nuestras necesidades y preferencias a los gobiernos y al empresariado es algo que se debe comenzar a desarrollar desde ya, y en ello estamos los que de una u otra manera estamos implicados en el área de los viajes. En el turismo, la satisfacción del cliente (esto es, nosotros), es un mandato primordial y así tenemos que hacerlo sentir.
Carlos de Cires
Director de la Agencia de Viajes Rainbow
Delegado de la Revista ZERO para Catalunya