En 12 de diciembre 2020, la ONU ha pedido a los países declarar "estado de emergencia climática". Según el secretario general de la ONU, "Si no cambiamos de rumbo, nos podríamos dirigir hacia un aumento catastrófico de la temperatura (promedio) de más de 3 ºC este siglo". [Por lo que pedimos] "a todos los líderes en el mundo declarar el estado de emergencia climática en sus países hasta que se alcance la neutralidad de carbono"3. Esta afirmación refuerza preocupaciones oriundas de la plataforma de acción COVID del WEF y como consecuencia de eso, el fomento de las “economías verde (o sostenibles)”, la “descarbonización”, la “desplastificación”, etc., constituyen acciones centrales a partir de las cuales deberían ser discutidas las recuperaciones económicas y los nuevos parámetros integrados de gobernabilidad, integración, cooperación, igualdad y “solidaridad” mundial. ¿Qué tiene que ver las colectividades LGTBIQ (lesbianas, gais, bisexuales, trans, no-binares, intersexuales y queer) con todo eso?
La respuesta parece ser sencilla, pero no lo es. El alemán Klaus Schwab, el fundador del WEF, ha definido la situación actual como una “ventana de oportunidad única”, en sus palabras: "Un Gran Reinicio es necesario para construir un nuevo contrato social que honre la dignidad de cada ser humano. La crisis sanitaria mundial ha puesto de manifiesto la insostenibilidad de nuestro antiguo sistema en lo que respecta a la cohesión social, la falta de igualdad de oportunidades y la inclusión. Tampoco podemos dar la espalda a los males del racismo y la discriminación. Necesitamos incorporar en este nuevo contrato social nuestra responsabilidad intergeneracional para asegurarnos de que cumplimos las expectativas de los jóvenes. COVID-19 ha acelerado nuestra transición a la era de la Cuarta Revolución Industrial. Tenemos que asegurarnos de que las nuevas tecnologías del mundo digital, biológico y físico sigan centradas en el ser humano y sirvan a la sociedad en su conjunto, proporcionando a todos un acceso justo", dijo Klaus Schwab. "Necesitamos un cambio de mentalidad, pasando de un pensamiento a corto plazo a uno a largo plazo, pasando del capitalismo de los accionistas a la responsabilidad de los interesados. El medio ambiente, la sociedad y la buena gobernanza tienen que ser una parte mesurada de la responsabilidad empresarial y gubernamental", añadió Schwab.4
Cuando este economista y empresario habla de luchar por la inclusión (en sentido amplio) y contra cualquiera discriminación, aparentemente este “gran reseteo” es una oportunidad única en la historia para la consecución y difusión de los derechos LGTBIQ en nivel mundial. Sin embargo, sería muy ingenuo creer que este proceso de cambio social será desarrollado sin conflictos, controversias y relaciones de poder. Hay muchos retos a ser enfrentados. No olvidemos, por ejemplo, que en los recientes años, la sociedad está cada vez más fragmentada y parcelas minoritarias de las colectividades LGTBIQ presentan empatía por ideologías conservadoras o no se sienten representados por los grupos y asociaciones que teóricamente les representan.
No por casualidad, ya hay muchas resistencias sociales y políticas contra el “gran reseteo”, o particularmente contra sus propuestas más progresistas. En octubre de 2020, un periódico español dejó eso muy claro afirmando que "el globalismo post-Covid rinde culto a la ideología de género 5. En Europa, por ejemplo, algunos partidos políticos de extrema-derecha, ultraconservadores o ultranacionalistas como Vox (España), Lega Nord (Italia), Rassemblement national (Agrupación Nacional - Francia), Fidesz-Unión Cívica Húngara, Prawo i Sprawiedliwo?? (Ley y Justicia - Polonia) y Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania). Recientes discursos de representantes de tales partidos acusan que el proyecto de un "gran reseteo" sería un proyecto para imponer un "nuevo orden mundial", un "gobierno mundial" basado en el "control poblacional", "globalismo", "marxismo cultural", metacapitalismo y "ideología de género", aunque este último sea un concepto polisémico, es decir, muy utilizado, pero interpretado de formas diferentes por los grupos que lo utilizan. Desde el inicio de la pandemia de Covid-19, la mayoría de estos mismos partidos difunden discursos negacionistas y coronaescépticos, en articulación con grupos como Querdenken 711 (Pensamiento Lateral 711) y "Médicos por la verdad", entre otros.
Mientras tanto, existen esperanzas para un optimismo moderado. En su artículo “El Gran Reseteo: por qué la inclusión LGBT+ es el secreto de ciudades que han tenido éxito después de la pandemia”, John Miller envía un mensaje contundente para “los gobiernos que están utilizando la pandemia como pretexto para intensificar la discriminación contra las personas LGBT+. Las últimas semanas han visto un aumento de la actividad anti-LGBT + en todo el mundo: la expansión de las ‘zonas libres de LGBT’ en Polonia, por ejemplo, o la legislación anti-trans en Hungría. En Kampala, 20 ugandeses LGBT+ fueron arrestados con el pretexto de que habían violado las leyes utilizadas para prevenir la propagación del Covid-19. Líderes políticos y religiosos de EEUU, Irlanda, Israel e Irán han culpado públicamente a la comunidad LGBT+ por la pandemia, y los activistas informan que esto ha provocado un aumento de los delitos de odio. La conexión entre resiliencia e inclusión es ampliamente aceptada por los responsables políticos. El Banco Mundial describe las ‘comunidades inclusivas’ como una dimensión clave de las ciudades sostenibles y resilientes. La OCDE identifica la ‘sociedad inclusiva’ como un motor de resiliencia en una ciudad. El FMI sostiene que una economía es ‘más frágil y menos resistente cuando no es inclusiva’. Ahora es el momento de acoger a las comunidades LGBT+, no de estigmatizarlas. Crear sociedades inclusivas no es solo lo correcto; como muestra la evidencia, es una parte importante de una estrategia económica centrada en la resiliencia y la recuperación.” 6
Por eso, las principales oportunidades del “gran reseteo” podrían ser efectivamente logradas en relación a los derechos LGTBIQ si considerásemos (y luchásemos por) algunas cuestiones y puntos cruciales, por ejemplo: ¿Hasta qué punto este "nuevo contrato social" realmente podría empoderar las colectividades LGTBIQ? ¿La sororidad (la solidaridad entre mujeres en un contexto de discriminación sexual y violencia patriarcal) no debería incluir llenamente las mujeres trans y también les persones no binaries? ¿Cómo el tema de la interseccionalidad estaría presente en tales discusiones? Es decir, cuando elementos como pobreza, raza, etnia y edad son mesclados y crean "discriminaciones potencializadas", a menudo basadas en el racismo, etnocentrismo, sexismo, machismo, misoginia y LGTBIQfobia? ¿Por qué leyes que garanticen la normalización de la transexualidad y transgeneridad y puedan crear mecanismos de protección a nivel mundial hacia todas las personas trans (binarias y no binaries) no deberían ser universalizadas como ya han sido los derechos de otros segmentos poblacionales? ¿Podríamos realmente confiar que el establishment económico mundial estaría dispuesto a “reiniciar” la economía mundial basada en acciones de respeto por la diversidad y lucha por la igualdad?
Es comprensible que las preocupaciones climáticas y de la “economía verde” tengan un protagonismo en este proyecto global de “reinicio” social y económico. Pero, solamente retribuir económicamente los países que se ajusten a las nuevas normas de producción económica es poco: es imprescindible garantizar que los derechos LGTBIQ, de los niños, de las personas mayores, discapacitadas y de las comunidades indígenas (entre otras) sean mínimamente respectados para que cualquier nación pueda recibir inversiones involucradas en este “gran reseteo”. ¿Cómo podríamos continuar aceptando, por ejemplo, que países que aún penalizan la homosexualidad o la transexualidad hagan parte de este gran “reinicio” si ellos no cambiaren sus leyes de persecución y discriminación institucional hacia las personas LGTBIQ? ¿En el caso de la UE, cómo tolerar que países como Hungría y Polonia, bajo las falacias de “proteger sus culturas e identidades nacionales” o luchar en contra de la “ideología de género”, continúen rasgando la Declaración Universal de los Derechos Humanos con sus “LGBT-free zones” (Zonas libre de ideología LGBT) o LGTBIQfobia institucional?
Si el conjunto de acciones y estrategias del “gran reseteo” objetiva la formalización de mecanismos políticos y económicos para una sociedad global gestionada centralmente y dónde haya menos desigualdad, sería fundamental que fueran creadas políticas mundiales de protección de los derechos humanos en el sentido de garantizar lo que ya está escrito en la Declaración Universal de los Derechos humanos desde su creación en 1948. No hay más espacios para disculpas basadas en el relativismo cultural o en la inconmensurabilidad de los valores, y que “justifican” las violencias físicas, psicológicas y simbólicas, penas de muerte, ejecuciones, masacres, homofobias, lesbofobias, transfobias (en suma, LGTBIQfobia) en nombre de supuestos e inaceptables “respetos” por “tradiciones”, “valores culturales”, “religiosidades” o “identidades nacionales”. Es decir, los países que no respecten efectivamente los derechos humanos (y las diversidades sexuales y de género que los constituyen) no deberían participar de este “gran reinicio” y sus respectivos acuerdos de inversiones y cooperación internacional, sin que se esfuercen para adaptarse mínimamente a las legislaciones de otros países que sí los hace.
El “gran reinicio” debería ser estructurado a partir de visiones que perciban el ser humano en su integralidad, diversidad y complejidad. La pandemia será controlada y el Covid-19 se tornará uno más de los millones de virus con los cuales tenemos que convivir. Considerando que las discusiones sobre el “gran reseteo” quieren delinear un nuevo orden mundial, que este sea diferente de los anteriores. Que en este reinicio, la salud colectiva sea comprendida no solamente como la ausencia de enfermedades, sino como parte fundamental del desarrollo humano y de la calidad de vida. Las diferencias culturales y las creencias ideológicas y religiosas diversas deben ser respectadas por los gobiernos que participaren de este “gran reinicio”, junto con las diversidades sexuales y de género, como también deberían tener la comprensión que la naturaleza necesita ser respectada no solamente porque constituye “nuestra casa” o de ella dependemos para sobrevivir, sino porque hacemos literalmente parte de ella.
Sin contemplar estos aspectos imprescindibles, el “gran reseteo” podría ser mecánico, individualista, predatorio, (neo)colonialista, (neo)patriarcal, misógino y LGTBIQfóbico. Es decir, podría lograr importantes cambios para la naturaleza y quizás algunos cambios sociales positivos, pero no lograría empoderar una de las parcelas más estigmatizadas y más perjudicadas por la destrucción o grave deterioro de las economías, que son aquellas compuestas por las heterogéneas colectividades LGTBIQ alrededor del mundo.
1 Doctor en Antropología Social. E-mail: marcosimonstock@gmail.com
2 https://www.weforum.org/great-reset/
3 https://www.dw.com/es/onu-urge-a-pa%...ica/a-55919199
4 http://www3.weforum.org/docs/WEF_The...21_Spanish.pdf
5 https://gaceta.es/espana/el-gran-res...20201007-1327/
6 https://www.weforum.org/agenda/2020/...eset-recovery/