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Introducción
Envejecer supone una serie de cambios biológicos y fisiológicos, tanto en el hombre como en la mujer, que se hacen también visibles en la sexualidad. No obstante, estos cambios no significan que la vejez esté ligada a enfermedad. Hablar de sexo durante la vejez es tarea ardua por ser una cuestión poco conocida y, en multitud de ocasiones, maltratada por la sociedad. Es un tema que muchos consideran tabú, incluyendo los mismos ancianos y los profesionales de la salud. En la mayoría de los casos se prefiere no hablar del tema, hecho que provoca la aparición de falsas creencias y mitos relacionados con la sexualidad durante la vejez. Por otro lado, este silencio produce en el anciano sentimientos de culpabilidad y vergüenza ante su deseo sexual por considerar que lo que está sucediéndole no es «normal».
Los profesionales de la salud, en especial las enfermeras, han desarrollado multitud de estudios centrados en mejorar la calidad de vida de los ancianos, así como en la prevención de enfermedades agudas y crónicas. Del mismo modo se han elaborado decenas de estudios para conocer las necesidades de cuidados de dicha población y de sus cuidadoras dejando al margen, a veces, aspectos relacionados con la sexualidad. Consiguientemente, este aspecto de la vida diaria de los ancianos continúa desconocido y en muchas ocasiones olvidado.
Tomando las palabras de Orihuela de la Cal y cols. «la sexualidad es un elemento fundamental en la buena calidad de vida de los ancianos, por lo que se hace necesario el conocimiento de algunos factores que permitan poder brindarles una atención óptima e integral».1:545 Sin embargo, la ideología social conservadora ha negado y niega la sexualidad del anciano, en particular la de la mujer. En consecuencia, muy pocos estudios sobre temas relacionados con la sexualidad se han interesado por la sexualidad de los ancianos.
Las evidencias ponen sobre la mesa que los ancianos son sexualmente activos, y que en algunos casos más activos aun que la población general adulta.1-4 Por lo tanto puede afirmarse que la edad como tal no es un obstáculo para disfrutar una vida sexual plena y satisfactoria. Pese a esto y tras varios años de experiencia profesional, he podido constatar como algunas enfermeras se escudan en la falta de formación (e información), mientras que otras afirman sentir reparo a la hora de preguntar e intervenir en temas relacionados con la sexualidad de los ancianos. Existen múltiples estudios que ponen de manifiesto la incomodidad y falta de conocimientos entre los profesionales de la salud a la hora de hablar de sexo con sus pacientes.5,6 En este artículo se analizan los factores sociales que dificultan la sexualidad del anciano y se debate sobre la genitalidad y sexualidad en la vejez.
Sexualidad y vejez: una difícil realidad social
Se puede afirmar rotundamente que el sexo no tiene edad. Como muy bien afirman Orihuela de la Cal y cols. «la sexualidad es una dimensión humana que abarca todo nuestro ser y desaparece sólo con la muerte».1:546 No obstante, en una sociedad como la actual donde prima todo aquello relacionado con el mundo de la juventud -por estar íntimamente relacionado con dinamismo, expansión, futuro y progreso-7 y donde la vejez se considera algo a evitar -por estar cargado de connotaciones negativas-, la población general (e incluso los profesionales de la salud) considera que el sexo entre los ancianos es anormal (y desagradable para algunos) asumiendo, en ocasiones, la idea de que el anciano es un ser asexual o que cualquier manifestación sexual entre ancianos es improcedente. Ante esta situación, Nieto afirma que «entender la sexualidad del anciano teniendo como referencia la sexualidad del joven es construir una verdad científica de un prejuicio social».8:15
Que el sexo en los ancianos sea un tema tabú no es debido sólo a la «fiebre de lo joven» que vive la sociedad actual. Lo cierto es que los ancianos han practicado, practican y practicarán sexo y por tanto, los profesionales de la salud deben estar preparados para abordar este tema con ellos, aparte de hacer el esfuerzo de eliminar todos los prejuicios al respecto. Factores socio-culturales como el binomio sexo-reproducción hacen que muchas personas consideren que la vejez no es tiempo para disfrutar del sexo ya que no hay lugar para la reproducción.
Existen diversos factores sociales que limitan el espacio íntimo del anciano:8-10
1. Uno de estos factores es la falta de pareja, considerada la principal responsable de abstinencia sexual, sobre todo en la mujer. El hecho de que las mujeres vivan más años que los hombres, hace que existan más viudas solas que viudos solos. Esto se debe a que la sociedad actual aprueba que un hombre anciano busque una nueva pareja pero rechaza esta situación en una anciana, tachada en muchas ocasiones de «viuda alegre».
2. Tras muchos años de matrimonio o vida en pareja, es común (aunque no verbalizado públicamente) el deterioro de la relación matrimonial debido a la monotonía de la relación sexual y a la falta de comunicación entre otros. Obviamente, esta monotonía repercute directamente en la expresión sexual del anciano, llegando a desaparecer por completo el deseo sexual en algunos casos.
3. Las condiciones domésticas en las que viven los ancianos también influyen en la calidad de sus relaciones sexuales. Son muchos los domicilios en los que conviven varias generaciones afectando negativamente la privacidad de los ancianos y, en consecuencia, a la posibilidad de practicar sexo.
4. La no aceptación (o no adaptación) de la jubilación también juega un papel importante como obstáculo para las relaciones sexuales. Es común la aparición de estados depresivos o de ansiedad durante esta etapa de la vida.
5. Algunas religiones consideran que el sexo sin intención reproductiva es pecado.
6. El miedo de no ser capaz de mantener una relación sexual completa es común entre los ancianos, sobretodo entre los varones. Este sentimiento les hace entrar en un «círculo vicioso» ya que cuanta mayor ansiedad más difícil resulta el acto sexual y cuanto más difícil sea mantener la relación sexual mayor ansiedad se genera. Entre los varones con disfunción eréctil son frecuentes los comentarios del tipo «tengo miedo a no hacer un buen papel» o «me preocupa no dar la talla» entre otras,11 que denotan un significado claramente coitocentrista mientras que las mujeres, sin embargo, se preocupan más por factores relacionados con la belleza que creen haber perdido y con el miedo de no gustar a sus compañeros o compañeras; por tanto entre las mujeres ancianas son frecuentes los comentarios del tipo «ya no soy la chica guapa que era antes» o «a quién quieres que yo le guste».
7. El consumo de alcohol y tabaco se asocia a trastornos de erección y disminución de la libido.
8. Patologías frecuentes en la vejez. En algunos casos, el proceso fisiológico de envejecer implica la aparición (o empeoramiento) de algunas enfermedades como la hipertensión arterial, diabetes, problemas respiratorios y circulatorios, etc. que pueden afectar negativamente a la actividad sexual del anciano, no así otras prácticas como la masturbación, los besos, los gestos, las caricias, las insinuaciones, etc. Estas enfermedades y su tratamiento médico correspondiente pueden disminuir el deseo sexual y, en ocasiones, pueden producir dificultades para conseguir y mantener la erección del pene o la adecuada lubricación vaginal.
Tomando las palabras de un participante del estudio de Nieto: «a mí lo único que me fallan son las articulaciones de las piernas, de lo demás…, el primero».8 Debo comentar que dicho participante alimentaba sus fantasías con revistas pornográficas que sus familiares se obstinaban en censurar cada vez que las descubrían. La pornografía forma parte del repertorio habitual de muchos individuos para satisfacer sus necesidades sexuales. No obstante, en geriatría no suelen ser toleradas, por considerarse material para adultos pero, curiosamente, no para viejos.2 Respecto a la masturbación, una participante del estudio de Nieto dice: «No, yo no soy cosquillosa … ¡Cuánto daría por no tener eso ahí! ¡A mí me da asco! Y eso que yo ya no tengo la sangre… Eso es una marranada, no teníamos que tener eso ahí. Dios no fue listo cuando dejó eso ahí».8
Sexualidad más allá de los genitales
Por motivos culturales y sociales, la mayoría de personas crecen pensando equivocadamente que el acto sexual implica siempre penetración. El sexo es una forma más de comunicación para la pareja e incluye besos, miradas, caricias, palabras, actos, etc. Por lo tanto, una buena y sincera comunicación entre ambos miembros de la pareja es fundamental y deben ponerse de acuerdo en cómo hacerlo, cuándo y dónde. La mayoría de los estudios existentes definen el concepto de sexualidad asociado siempre a la penetración y a la genitalidad. Como afirma Prieto Chincolla «la sexualidad va mucho más allá de los genitales, e implica otros factores, dado que el individuo participa de forma completa y no sólo parcialmente con determinadas zonas de su cuerpo, como son los genitales».12:12
La sexualidad en el anciano se ve condicionada por los estereotipos que la sociedad ha creado respecto a las prácticas sexuales durante la vejez. Estos estereotipos han sido descritos por varios autores y quedan resumidos en el cuadro 1.3,13 Asimismo, la mayor parte de estudios se centran en una concepción de la sexualidad únicamente heterosexual (y genital, como ya ha sido discutido previamente). Si el tema de la sexualidad en los ancianos se presenta como un tema difícil cargado de presiones y construcciones sociales, aun más complejo es el tema de la sexualidad en la población anciana homosexual. Los pocos estudios centrados en este tema coinciden en señalar que los cambios fisiológicos que aparecen en los ancianos homosexuales son iguales que los presentes en los heterosexuales. Sin embargo, en relación a los problemas sociales, la presión es mucho mayor por lo que aparecen más problemas psicosociales que dificultan las relaciones sexuales. Estos problemas tienen su origen en el rechazo social, desprotección socio-familiar y ausencia de amparo jurídico al enviudar.14,15
La concepción del sexo en los ancianos centrado únicamente en la cópula y en la frecuencia coital, instiga el diseño de estudios basados justamente en eso, en cuantificar. Resulta preciso una perspectiva que ignore el número, o que apele a él sólo de forma suplementaria, y que ponga énfasis en la descripción e interpretación. Este es el caso de la investigación cualitativa. De este modo podrá recogerse «más nítidamente esa sexualidad difusa que se escapa a la vez del anquilosamiento del corsé estadístico-frecuencial y de la falacia coitocéntrica».8:31
Conclusión
La sexualidad de los ancianos continúa siendo un tema desconocido y maltratado por la sociedad. Este hecho, no obstante, no significa que la población geriátrica no practique sexo. Tal y como se ha comentado previamente, la sexualidad sólo desaparece con la muerte y no implica únicamente genitalidad y, menos aun, penetración. Sin embargo, la mayoría de evidencias disponibles se centran en cálculos de frecuencias coitales y patología sexual tales como la disfunción eréctil, la dispareunia, la sequedad vaginal, etc. Los estudios centrados en la atención a las necesidades sexuales de la población anciana y en el significado que ancianos y población general atribuyen al sexo durante la vejez son prácticamente inexistentes. Para poder ofrecer cuidados de enfermería integrales resulta de especial importancia conocer la realidad de la sexualidad en los ancianos desde la narrativa de los propios ancianos.
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Dirección para correspondencia
juan.leyva@yahoo.es
Manuscrito recibido el 2.8.07
Manuscrito aceptado el 1.12.07
Juan Manuel Leyva
profesor del departamento de enfermería de la UAB
Colaborador de gTt
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Original: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1132-12962008000200010#cu1