Escribo este artículo ya descansada de las muchas emociones recogidas en los Orgullos LGTB que este año para TRANSformar hemos celebrado en España, y en los que como Secretaria General de la FELGTB he tenido el placer de participar. Orgullos todos ellos, donde hoy en el año 2010, – como venimos haciendo desde aquella primera manifestación en el año 1.975 por las calles de Barcelona -, transexuales, lesbianas, gays y bisexuales, salimos a la calle a reivindicar, – y porqué no -, salimos a la calle también a celebrar lo que somos y como somos, a celebrar nuestra diferencia y a recordar a lxs amigxs, amantes y amores que ya no están y que no han podido disfrutar con nosotrxs los derechos conquistados en los últimos años en España.
Cuando se aprobó la modificación del Código Civil muchos vaticinaron la innecesaria continuidad del trabajo desarrollado por los colectivos LGTB, y otros temían que iba a generarse una importante desmovilización de la participación activa, política y social de la Comunidad LGTB, pero eso no ha ocurrido. Seguimos saliendo a la calle y seguimos reivindicando y celebrando lo que somos. Y lo hacemos porque nos sobran razones.
Durante siglos hemos sido tratadxs de desviadxs, de enfermxs, de vagxs, de maleantes, de peligrosxs sociales, de criminales, y cuando hoy llenamos las calles con nuestra visibilidad, nuestra música, nuestros colores, con nuestra alegría, haciendo uso de la libertad que hemos conquistado pacíficamente y como ciudadanxs iguales ante la ley, muchxs nos critican y dicen “pero esto ya no tiene sentido, si ya está todo conseguido”, y nuestros enemigos de siempre, la derecha más rancia, incluso se permite decir que “qué más queremos conseguir”.
Pese a que se nos llena la boca y presumimos de ser iguales ante la ley, realmente, ¿lo somos?. Realmente LGTB, ¿tenemos asegurados nuestros derechos?. ¿Nos quedan razones para seguir luchando? Lo pienso y no puedo evitar que me venga a la cabeza la vergonzante excarcelación el pasado 13 de julio del asesino confeso de los jóvenes gays Isaac y Julio. Jacobo Piñeiro tras apuñalarles 57 veces en 2006, fue exculpado por asesinato por un jurado popular, alegando que actuó en legítima defensa movido por un miedo insuperable; o la lucha de Alexia, una mujer transexual que reclama justicia ante los Tribunales Europeos para que le sea reconocido el derecho de visitas con sus hijos menores; o la brutal paliza que en la madrugada del 15 de mayo tres menores propinaron a dos gays que se besaban en el Port d’Alcúdia; o el asesinato de Roberto, hombre transexual que tras alojar en su casa a dos mujeres en agosto de 2007 le pegaron con tal brutalidad que falleció días después tras 72 horas de agonía y fue enterrado como Concepción; o la agresión sufrida por María el 4 de julio en Ceuta, a quien el agresor amenazó y sin mediar enfrentamiento, propinó brutales golpes.
Pese a ser iguales ante la ley, lxs LGTB seguimos siendo objeto de odio y violencia, y son precisamente las personas más visibles, las más vulnerables, las que siguen corriendo riesgo de agresión y exclusión, por eso siempre pensé que cuando consiguiéramos la igualdad legal no estaríamos al final de nada, sino al principio de un mejor porvenir, que ese sería el día en el que cada LGTB ante cualquier situación de discriminación, haciendo uso de ley, podría convertirse en auténtico motor impulsor de ese cambio.
La LGTBfobia es una lacra social profundamente arraigada que debemos seguir combatiendo, – como el machismo -, y para ello en un estado de derecho, haciendo uso de los derechos conquistados, debemos tomar parte activa, denunciando y condenando toda situación que atente contra esta igualdad que tanto nos ha costado conseguir. Cada vez que consentimos un insulto, un desprecio, una agresión o un trato degradante y no lo combatimos y denunciamos, o simplemente miramos para otro lado porque no nos afecta, estaremos contribuyendo a que la LGTBfobia siga acampando, porque no se trata de simples delitos o injusticias comunes, sino de delitos y situaciones de injusticia motivados por intolerancia.
No es el momento de bajar la guardia, es el momento de “ni una agresión sin respuesta”. Como minoría históricamente excluida que tiene que combatir una lacra social arraigada socialmente durante siglos, no podemos permitirnos pensar, – por muy cómoda que sea hoy nuestra realidad personal -, que sólo porque nunca me han faltado amigxs, amantes y amores, por poderme casar, cobrar pensión de viudedad, cambiar mi nombre o mi sexo en el DNI, o ponerme un modelazo en el Orgullo, está todo conseguido; y digo que no nos lo podemos permitir porque si así pensáramos, estaríamos conformándonos y confundiendo este aparente estado de “bienestar legal”, o el propio de cada uno, con la “igualdad real”, cayendo en la complacencia o el autoengaño.
(x) Léase a elección en genérico femenino o masculino.
Desirée Chacón Ríos
Secretaria General de la FELGTB